Galardones
Goyas tan fríos como la nieve

El equipo de 'La sociedad de la nieve' posa en la alfombra roja de los Goya. / EFE
El cine español tiene más premios que espectadores. Los Goya fueron convocados bajo la amenaza no materializada de los tractores impidiendo el acceso a la gala, la ironía cinematográfica de los nuevos velocirráptores. Saliendo de ver alguna de las nominadas, cuánto hubiera agradecido el espectador que un agricultor le hubiera bloqueado la entrada con su carromato.
Los Goya no se deciden en premios a películas de visión limitada, sino en la presentación. La deplorable escena inicial de los Javis, arrastrando en su naufragio a la sobreactuada Ana Belén, niega cualquier tentación de espectáculo pero explica la nula incidencia del cine español. Para entonces, el intocable José Sacristán ya había dinamitado la alfombra roja, al defender las películas de David Vermut. Ahuecó el sermón de los presentadores, que empeoraron sus prestaciones conforme avanzó la velada.
Antes de empezar, la mejor película de 2023 es Upon Entry, a tal distancia del resto que obliga a denunciar a los analistas de pago del cine español. El arrinconamiento hasta última hora de esta joya demuestra que el boicot a un producto de mérito es más dañino que la falsa promoción. La desterrada «parte de un guion redondo», en acertada definición de su protagonista Alberto Amman. El segundo título de mérito es Cerrar los ojos de Víctor Erice, con estatuilla de justicia para José Coronado.
El lastre de Upon Entry es su condición de película indigesta, de malos y malos, fiel retrato de personas predispuestas al engaño para prosperar. En efecto, en las antípodas de 20.000 especies de abejas, donde se canta «una creación social» que anticipa el castigo al espectador.
En cuanto a la acaparadora La sociedad de la nieve, dentro del género gastronómico apetece más A fuego lento. La monopolística entra en lo que Pedro Sánchez llamó «películas para todos los gustos», acompañado por su inseparable Yolanda Díaz. Tiene trampa, cine para personas que no van al cine, en una industria sin transición entre Santiago Segura y los guiones para ministros de Podemos. En cuanto a las pretensiones de adherirle virtudes morales, es un producto de Netflix, no conviene insultar en exceso al espectador.
Una película sobre la nieve es la opción ideal para una gala gélida. La apisonadora de Bayona eclipsó el premio especial a Sigourney Weaver. Presumió de que «admiro mucho el cine español», suerte que no le pidieron ejemplos. Y aunque Loles León presumió de haber visto todas las películas de la neoyorquina, cuántos espectadores de la gala recuerdan las dos últimas, Todas somos Jane y Master Gardener. Mejor no pregunten.
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