Entrebancs

El trabajo doméstico remunerado, asignatura pendiente

Antonio Tarabini

Antonio Tarabini

Puede extrañar que no me refiera al caos político que afecta al conjunto de España y en particular a nuestra Comunidad. Me temo que habrá tiempo para hacerlo. Tales ceremonias de la confusión coexisten con otras realidades cotidianas vivas y coleando, a menudo abusivas y con frecuencia «invisibles». Me refiero a la trabajadora doméstica (trabajo fundamentalmente femenino) que no disfruta de los derechos y coberturas que tienen el resto de trabajadores.

Con excesiva frecuencia no damos la importancia que le corresponde al trabajo doméstico remunerado (número 453 Quaderns Gadeso). Con la incorporación masiva de la mujer al mundo del trabajo, y el consiguiente abandono de las tareas que en teoría le eran propias surge la necesidad de contratar a personas que cuiden de los hogares, de los hijos, de las personas mayores y de las personas dependientes a cambio de un salario. Tradicionalmente, esta contratación se ha hecho de manera irregular, con contratos verbales y sin condiciones.

Dos características son comunes a las personas que trabajan en hogares en nuestra Comunidad. La primera afecta principalmente a las que están sin contrato, la mayoría inmigrantes. La segunda característica común, si observamos la distribución por nacionalidades, podremos comprobar cómo una gran parte de las personas que se dedican a las tareas del hogar provienen principalmente de países de Sudamérica (Ecuador, Colombia,Perú....)

Tales situaciones agravan aún más la situación de estas trabajadoras, principalmente por tres motivos: primero, muchas de ellas no disponen de una red social consolidada y, por tanto, no tienen a quien recurrir para solicitar ayuda; segundo, una falta de información generalizada sobre los derechos, lo que puede propiciar situaciones de desamparo e incluso de abuso; y tercero, miedo a actuar o demandar derechos que le corresponden o mejoras en su trabajo, debido a su situación irregular.

El año 2022 se aprobó un Real Decreto, que integra el Régimen Especial, con el objetivo de que las empleadas del hogar dejen de ser el único colectivo de asalariados marginados de derechos básicos; tales como la cobertura social necesaria ante la pérdida del trabajo, enfermedades y accidentes o simplemente poder disfrutar de unas vacaciones.

Pero el colectivo está fuertemente atomizado; carece de una cualificación reglada; es abrumadora la mayoría (casi la mitad) inmigrante; y a menudo tienen una edad en la que ya no es fácil reciclarse. Marginadas de derechos básicos; tales como la cobertura social necesaria ante la pérdida del trabajo, enfermedades y accidentes o simplemente poder disfrutar de unas vacaciones. La precariedad sigue viva y coleando marginadas. La tarea resulta necesaria y compleja.

El resultado es la dura realidad del trabajo doméstico remunerado en nuestra Comunidad, que afecta por activo y por pasivo a índices relevantes de nuestra población, concretamente a los inmigrantes que nos «ocupan y preocupan» (número 452 Quaderns Gadeso)

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