Juzgar sin conocer

Lo de criticar, denostar sin saber, tan de moda, me parece tan fútil e inane como comentar negativamente o incluso positivamente un determinado yantar sin haberlo antes catado

Una protesta.

Una protesta. / B. Ramon

Juan José Company Orell

Juan José Company Orell

Decía el Jurista estadounidense Clarence Darrow que el verdadero patriotismo odia más la injusticia en su propia tierra que en cualquier otro lugar; partiendo de esa premisa me veo en la obligación ética, y por ventura estética, de aludir a una gacetilla aparecida en estas mis ventanas periodísticas.

Se indica y se comenta en una crónica el devenir de una manifestación habida frente a la Casa Consistorial palmesana contra, leo textual, el antropólogo sionista Gil-White, se indica en la nueva que se mantiene por parte de los convocantes que, de nuevo textual, las bibliotecas no son sitio para discursos de odio y no puedo estar más de acuerdo, diría más no creo conocer un lugar adecuado para tal menester de esparcir odio, cualquier odio; sin embargo si consideró que una biblioteca, donde existen libros y documentos de todo tipo, contenido y color para su consulta, si es lugar idóneo para charlar expresivas de algún punto de vista, de cualquier punto de vista, ¿o es que debemos prohibir las charlas que no nos apetecería escuchar aún cuando no lo hagamos? Cabe suponer que la manifestación se convocó antes de que tuviera lugar la charla y por ello me pregunto si el conferenciante había puesto previamente el contenido de su charla en manos de los manifestantes para que estos supieran que iba a lanzar ese hipotético odio verbal, por qué si no es así no acabo de comprender la profética protesta.

Lastimosamente para mi tengo dos inveteradas filias, la curiosidad por la historia y el mal hábito de ir a escuchar, a conocer antes de comentar, aún cuando sea como maniobra defensiva por aquello de que juzgar sin conocer es el conocimiento de los tontos; lo de criticar, denostar sin saber, tan de moda, me parece tan fútil e inane como comentar negativamente o incluso positivamente un determinado yantar sin haberlo antes catado, aún cuando sea mínimamente. Llevado por aquellos dos, en los tiempo que corren, aberrantes vicios decidí asistir a la referida conferencia; y visto la causa manifestada de la protesta anti-charla constato que debí equivocarme de conferenciante pues no consigo ver en aquel Académico californiano al peligroso sionista cantador y contador de odios contra pueblo alguno, sino a un profesor de la Universidad de UCLA que plantea una tesis histórico-antropológica, con la que ciertamente se puede o no estar de acuerdo y que dedicó su tiempo a realizar un repaso temporal que trascurría desde la antigua Sumer hasta la época revolucionaria europea de 1848, haciendo mención a filósofos como Aristóteles, Platón, Maimónides, Spinoza, Tomas de Aquino, Sir Francis Bacón y otros tantos, de los cuales desconocía que fueran voceros de odio alguno, como no fuera con respecto la impudicia cultural, ética o moral.

El título de la conferencia era Semitismo versus Antisemitismo; versus para los que desconocen es termino latino que significa frente o a contra, esto es en contraposición, y no vislumbro en el título mensaje de odio alguno, tampoco pude percibirlo a lo largo de la charla del ponente, con quien en algunas de sus visiones concordé, en otras algo menos y de algunas más discrepe, porque de eso se trata una conferencia divulgativa, de escuchar lo que se dice, lo que se considera, pensar, razonar y llegar a una conclusión por uno mismo, sin traductores del pensamiento ajeno. De cuando en cuando brotan noticias de que en un Ayuntamiento, aquí y allá, se prohíbe tal o cual obra o charla, y creo que estaremos todos de acuerdo que no es correcta forma de considerar el pensamiento de los demás y su derecho a expresarlo como les plazca, simplemente como digno de prohibición o censura, obviamente sin perjuicio del derecho a expresar la contrariedad del respetable si piensa, opina o barrunta, de modo distinto al anterior; no estaría de más para algunos releerse en artículo veinte de nuestra Carta Magna, mientras esté vigente.

Como bien se indica en la crónica «el antropólogo ha hecho un repaso de la historia de la creación de las democracias modernas, desarrollando el papel que el estado israelí (creo que no tal se manifestó pues difícilmente el estado de Israel es anterior a la formación de las democracias modernas) y el pueblo judío jugaron durante la evolución histórica de la política occidental»; ¿me puede alguien aclarar en qué lugar se percibe o se expresa el mensaje de odio objeto de la protesta?

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