De lo anecdótico a lo esencial

El último CIS refleja el deseo del 89,8% de los encuestados de que se alcancen grandes consensos políticos

Ione Belarra e Irene Montero, en una imagen de archivo.

Ione Belarra e Irene Montero, en una imagen de archivo. / EFE

Carmen Lumbierres

Carmen Lumbierres

Vivo con dolor, todas las horas del día, todos los días. Soy una más de los nueve millones de españoles que se despierta así, trabaja así, se divierte igual, y sueña también con la bonoloto aunque no quite el dolor.

No se aprende nada de la enfermedad, no te hace mejor persona, ni más lista. A los que escuchen decir eso probablemente lo hagan para encontrar un aliciente a algo que ya les digo que de entrada no lo tiene. Cada uno está librando su propia batalla, de ahí lo de ser amable, como dijo Platón o Robin Williams, porque en esta sociedad pop es difícil ir a las fuentes.

Lo que sí te enseña es a diferenciar lo accesorio de lo esencial, a no entender por qué nos perdemos tantas veces en el cruce de declaraciones políticas, por qué es tan importante que Ione Belarra llorara de rabia ante el ofrecimiento a Irene Montero de una embajada por parte del Gobierno socialista, por qué Feijóo pide a los ayuntamientos del PP una cruzada contra Pedro Sánchez, por qué el ministro Puente disfruta en las redes con modos de hooligan y por qué no cada uno se pone en posición de servicio y colaboración para sacar adelante proyectos de gestión que hagan más fácil la existencia.

No estoy pecando de ingenua, sino de agotamiento, que igual es atribuible al dolor o a Tezanos, que en su último CIS refleja el deseo del 89,8% de los encuestados de que se alcancen grandes consensos políticos. Se repite barómetro tras barómetro, mientras nuestros representantes hacen oídos sordos. No es una cuestión del fin de las ideologías como Fukuyama cuando derribaron el muro de Berlín, que se precipitó en su afirmación viendo ahora cómo crece el autoritarismo populista como corriente mainstream que ninguno esperaba, como a las adolescentes con uñas de gel o al reguetón sustituyendo a Radio Futura. Es pactar la discrepancia y sobre todo no engrandecerla artificialmente, volver a la diferencia porque las posibilidades de políticas públicas para resolver los problemas son diversas, pero no como estrategia de posicionamiento y victoria electoral constante. Si es posible escuchar en un mismo bar, una misma noche, Hombres G, Manuel Turizo y Barricada, y la gente corea todas las canciones no van a ser capaces de ponerse de acuerdo en algo Moreno Bonilla, Sánchez, Urkullu e incluso si me apuras Pere Aragonès. Con Isabel Díaz Ayuso lo veo más difícil porque es nuestra Nina Hagen patria. Cada uno de los que cargamos con nuestra pequeña historia estoy segura que agradeceríamos que aquellos que la firman dejen de echarse los trastos a la cabeza, que eso lo sabemos hacer todos, y piensen que de entre todas las opciones los elegimos a ellos.

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