Lo peor no son los libreros

Forzar el juego endogàmico nunca acaba bien y en una generación o en otra lo vas a terminar pagando

Àlex Volney

Àlex Volney

Levantas una piedra y aparece un poeta. En Mallorca a parte del sector inmobiliario se compran y venden vanidades si nos referimos a una parte del mundo literario. Que les voy a contar. Siegfried Unseld el histórico editor de Suhrkamp (Hesse, Brecht, Rilke, Walser…) decía que «los editores beben champán con las calaveras de los escritores».

Bertold Brecht atribuye las complicadas relaciones entre el autor y el editor a que el último debe producir y vender «la sagrada mercancía del libro» «conjugar el espíritu con el negocio». El que escribe ha de poder vivir (comparte la costumbre con los otros mortales de la necesidad de comer, que cosas…) y el que edita seguir haciéndolo. El escritor y médico Alfred Döblin tenía claro que «el editor mira con un ojo al escritor y con el otro al público. El tercer ojo, sin embargo, el ojo de la sabiduría, está fijo en la bolsa del dinero».

Unseld en su libro El autor y su editor lo expone muy claro: «Napoleón fue un gran hombre solo por el hecho de mandar fusilar a un editor, escribió hace poco un sociólogo a nuestra editorial» (a finales de los setenta). A su vez apunta que Goethe arremete contra los libreros ( que también eran editores) aireando su furia: «Todos los libreros son hijos del diablo, para ellos tiene que haber un infierno especial», ciertamente era un alma muy avanzada a su tiempo.

Un rato antes el dramaturgo y poeta Hebbel había afirmado que «es más fácil caminar con Jesucristo sobre las aguas que con un editor por la vida» por eso mismo contrasta enormemente la gran propuesta de los colegas de la AELC presentando el estudio sobre la situación profesional de los escritores y traductores que acabará siendo un aclaratorio manual del buen especulador local. Hace ya un cuarto de siglo que algunos propusimos que en un sindicato de escritores no debían encontrarse en la misma asociación los editores. Para nada. Obviamente se lió parda. Forzar el juego endogàmico nunca acaba bien y en una generación o en otra lo vas a terminar pagando.

El arquitecto y escritor suizo en lengua alemana Max Frisch anotaba sobre la Buchmesse (Feria del Libro de Frankfurt) que «la diferencia entre un escritor y el caballo estriba en que este ignora el lenguaje de los tratantes de ganado».

Ruego sean piadosos con el humilde y presunto articulista que va cerrando. Este fabuloso rosario de verdades son auténticas joyas que el señor S. Unseld fue poniendo una tras otra, como puños, en su sensacional obra referente de la Historia Social de la Literatura.