Entrebancs

La Generación Z

Jóvenes Generación Z usan Tinder para conocer gente.

Jóvenes Generación Z usan Tinder para conocer gente. / ELISENDA COLELL

Antonio Tarabini

Antonio Tarabini

Al concluir la denominada Temporada Alta Turística se están publicando múltiples análisis referidos a sus resultados socioeconómicos; así como poner en valor las perspectivas presentes y futuras. En esta reflexión me voy a centrar en la denominada generación Z: las personas nacidas a finales de la década de 1990 e inicio de los 2000 (1995-2000); y que tienen la peculiaridad, entre otras, de estar familiarizadas con el uso de la tecnología digital, internet y los medios sociales desde una edad muy temprana.

Al iniciarse el boom turístico e inmobiliario surge la denominada «clase media» en Balears. Nuevas profesiones, acceso a préstamos bancarios que facilitaban el uso y disfrute de la sociedad del bienestar, así como plantearse un presente y futuro propio. Pero a partir de la crisis iniciada en el año 2008, las condiciones laborales de los jóvenes menores de 30 años empeoraron respecto a las de generaciones anteriores cuando tenían su misma edad. Los salarios de los jóvenes de hoy en día se han reducido en mayor medida que los de sus antecesores, así como también ha disminuido su presencia en el mercado laboral, lo que ha originado un grave problema en la estabilidad de sus proyectos de vida.

Al alto nivel de desempleo entre los jóvenes hay que sumar las precarias condiciones de trabajo que tienen los que encuentran un empleo: desde contratos temporales a contratos a tiempo parcial y, sobre todo, salarios bajos, que dejan escaso margen para la independencia económica y para las aspiraciones propias de esa etapa de la vida. Según el Observatori del Treball de les Balears: son alarmantes los índices de «desánimo» de los jóvenes de 15 a 29 años.

Los problemas para cubrir empleos, pese al índice de paro, señalan la asimetría de información del mercado y la ineficacia de los servicios públicos

Aunque en todos los mercados de trabajo los sueldos de los trabajadores más jóvenes y, por tanto, de menos experiencia, son sustancialmente menores que los de otras franjas de mayor edad, esa brecha se ha ampliado y agravado. Estas disfunciones del mercado se han traducido para la mayoría de los jóvenes en la imposibilidad de acometer proyectos de futuro tan elementales como disponer de una vivienda, formar una familia o simplemente ahorrar. Son dificultades que recaen principalmente sobre el individuo, pero también sobre su entramado familiar cercano y sobre el conjunto de la economía.

Para el año 2024, a pesar de las perspectivas optimistas en el número de visitantes no se prevé un aumento salarial significativo, ni una creación de empleo relevante. Los problemas para cubrir empleos, pese al índice de paro, señalan la asimetría de información del mercado y la ineficacia de los servicios públicos. A tal nivel de desempleo juvenil hay que sumar las precarias condiciones de trabajo que tienen los que encuentran un empleo: desde contratos temporales a contratos a tiempo parcial y, sobre todo, salarios bajos.

Sin duda el número de contratos indefinidos y como la mejora del salario mínimo, han beneficiado a los jóvenes; pero no han conseguido meter en cintura ni el alto nivel de paro ni la precariedad de las condiciones laborales del colectivo. La lucha contra el desempleo y la precariedad supone resolver también otros problemas casi estructurales, como la alta tasa de abandono escolar y las deficiencias de una formación universitaria y profesional que no siempre se adapta a las necesidades del mercado.

Todas ellas son asignaturas pendientes que urge resolver y cuya factura no pagan solo la Generación Z, sino el conjunto de la sociedad.

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