TRIBUNA

Superar la polarización

Fernando Fernández Such

Fernando Fernández Such

«Polarización» ha sido elegida por la Fundéu, Fundación promovida por la Real Academia Española y la Agencia EFE, como la palabra del año 2023. En el comunicado se explica que el vocablo se ha impuesto por su gran presencia en los medios de comunicación y debido a la evolución que ha experimentado su significado. «Polarización» fue recogida por primera vez en el Diccionario de la lengua española del año 1984. En su significado actual, el verbo polarizar se refiere a la «acción de orientar en dos direcciones contrapuestas». El sustantivo polarización se utiliza con frecuencia para expresar la «idea de división en dos bloques, posiciones u opiniones enfrentadas». Lamentablemente, la palabra está ligada a la evolución actual de la sociedad. Hoy hablamos de polarización cuando antes había discrepancia, debate de ideas o dialéctica razonada, todos términos constructivos. Polarización hoy se asemeja a crispación, intransigencia, choque frontal o inmovilismo en las posiciones.

En una sociedad polarizada no hay grises y solo hay blancos o negros, cuando sabemos que la realidad está mayoritariamente teñida de miles de tonalidades de gris. Lo cierto es que la polarización destruye la capacidad de construir una sociedad mejor. Nos hace pensar que somos poseedores de la única verdad. Apalancarnos en la polarización impide reconocer las razones de los otros, o nos impide escuchar y aceptar que, en las ideas de los otros, hay alternativas y soluciones que complementan y mejoran las propuestas propias.

Lo llamativo es que, de un tiempo a esta parte, ningún espacio de la sociedad es ajeno a la polarización. No afecta solo al ámbito político institucional, aunque probablemente sea el que más haya contribuido a extender su dinámica. Sin ser ingenuos, sabemos que hay corrientes políticas que la han utilizado para introducir su impronta en la sociedad. Impregna el deporte, la familia, las relaciones de amistad, o al ámbito laboral. No sé ustedes, pero yo cada vez me siento más incómodo y cansado de esta dinámica.

La polarización también ha penetrado en el debate agrario o en la percepción de lo rural. Hace décadas que existen organizaciones y personas que reivindicábamos el valor del mundo rural, pero la diferencia es que hoy se antagoniza sobre ello. Asignamos valores positivos o negativos a los habitantes del campo o de la ciudad y construimos visiones contrapuestas entre la sociedad rural y urbana, cuando sabemos que ambas realidades se necesitan. Construimos visiones polarizadas entre los ecologistas o conservacionistas y los agricultores o habitantes del medio rural cuando racionalmente sabemos que hay mucho más que les une de lo que a simple vista parece. Enfrentamos a los veterinarios con los ganaderos construyendo conflicto sobre aspectos tan delicados como la sanidad animal, o enfrentamos a los agricultores ecológicos con los convencionales como si sus problemas no fueran similares. Para no caer en la polarización es necesario discernir de dónde surgen estas dinámicas interesadas. El mal uso torticero de las redes sociales, los grupos de WhatsApp o de Facebook, en demasiadas ocasiones están siendo amplificadores de la polarización y, por experiencia propia, es muy difícil introducir en estos grupos argumentos conciliadores. No caer en las trampas de la «polarización agraria» es imprescindible para ofrecer un futuro realista y alejado de simplicidades a un sector que se enfrenta a tantos cambios. La polarización no le sirve de nada al campo. No estamos para tonterías. La polarización solo se extiende allí donde no es posible el debate sereno y profundo sobre las cosas.

Pero es posible superar la polarización en el campo. Si podemos sentirnos orgullosos en las Illes Balears es que hemos entendido todo lo anterior y lo hemos puesto en práctica como metodología y dinámica de trabajo. Lo hemos entendido en el debate entre diferentes modelos agrarios, entre las organizaciones, entre los sectores productivos, en el propio equipo de la Conselleria o en la interlocución con el Ministerio. Nos falta camino, pero diría que vamos bien. Animemos a ello. Hacen falta más impulsores del entendimiento y menos agentes de polarización.