Tierra de nadie

No hay piedad

Juan José Millás

Juan José Millás

El objetivo social de Telefónica no es el de despedir gente, pero lleva años haciéndolo sin freno bajo una u otra cobertura legal. Ahora ha anunciado que se va a quitar de encima a otros dos mil quinientos (o cinco mil, no sé, muchos) trabajadores con el gesto del que se sacude el polvo de la manga, o sea, con un ERE. Cuanto más crece, menos empleados necesita. Como se trata de una empresa de vanguardia, podríamos deducir que lo suyo es tendencia. Cada vez se contrata menos (o en condiciones más precarias) y se despide más porque las nuevas tecnologías sustituyen la mano de obra, etc. Significa que el mundo está cambiando. El mundo siempre está cambiando, pero hay épocas, digamos, de estabilidad, épocas en las que las cosas permanecen más o menos quietas durante veinte o treinta años provocándonos el efecto óptico de que la vida podría ser así para siempre.

La que nos ha tocado vivir no es una de ellas. Los niños y las niñas empiezan a consumir pornografía, como media, en torno a los once años. Decimos esto como si antes se comenzara a consumir más tarde, pero es que antes no se consumía. Entiéndanme: había sectores de la población que sí, pero no era lo normal, entre otras cosas porque había que ir a buscarla y eso era un trabajo, pues no estaba en todas partes. Ahora es la pornografía la que nos busca a nosotros, y no a usted y a mí, precisamente, aunque también, sino a nuestros hijos y nietos. La pornografía es una perseguidora implacable. Ta da caza donde menos lo esperas. Buscas en internet Peppa Pig para entretener un rato a los niños, y te aparece al poco lo que no es. Así que dejas en el salón al crío o a la cría con el móvil, creyendo que están siguiendo las inocentes aventuras de una familia de cerditos, vas un momento a la cocina para remover el sofrito, y cuando vuelves están viendo cochinadas.

En la antigüedad laboral tenías que buscarte el despido, ahora es el despido el que te busca a ti del mismo modo que la pornografía busca a los preadolescentes. Sorprende que no haya más patologías de carácter paranoico (aunque abundan) porque estamos muy perseguidos por unas cosas o por otras, entre ellas por el apocalipsis nuestro de cada telediario. La inteligencia artificial es muy lista, pero carece de piedad.