El libro de selfies de Pedro Sánchez

El presidente del Gobierno no es el actor principal sino el protagonista único de ‘Tierra Firme’, rehúsa compartir sus innumerables avances incluso con sus ministros

Matías Vallés

Matías Vallés

Al segundo tomo de la autobiografía de Pedro Sánchez le sobran las abundantes páginas consagradas a demostrar su tesis de que «España es el alma de Europa», un epígrafe promocional que altera una frase pronunciada por Ursula von der Leyen en Madrid. Solo faltaría que no se hubieran concretado avances en renovables y en telecomunicaciones, o que no pudieran falsificarse con decoro numérico.

Hasta Kim Jong-un, a quien comparó Mariló Montero con Sánchez por tratarse del único político extranjero que conoce la presentadora, puede presumir de haber avanzado en la digitalización de su país. Hablando de Corea del Norte y sus métodos de silenciamiento, el besucón Luis Rubiales ha sido cuidadosamente extirpado de la foto del presidente del Gobierno junto a la selección femenina de fútbol, incluida en el libro Tierra Firme. Ya sería casualidad que la imagen se interrumpiera en el punto exacto que ocupaba en primera fila el expresidente de la Federación.

Un sanchista se refugiaría en que un primer ministro está demasiado atareado para despachar fotografías, pero solo si no ha leído Tierra Firme. Su presunto autor se empeña en demostrar que debe arremangarse cada vez que se aproxima una decisión capital, y nada más trascendente que seleccionar la foto ideal para su campaña de las pasadas generales. En una de las escasas revelaciones del libro, se informa de que «se nos agotaba el plazo límite para realizar la producción del material fotográfico». Así que «encontramos treinta fotografías, de las que seleccionamos veinte y luego diez». Hasta aquí se podía compartir la responsabilidad, pero llegaba el instante clave en que el maestro no puede delegar. Así que «cuando ya quedaban solo cuatro fotos, me senté con ellas en mi despacho de Ferraz y fui imaginando cada uno de los lemas». A solas.

La tensión del lector ante esta elección mágica es perceptible. El político con mayor imagen de la España contemporánea está a punto de experimentar una epifanía. «Mientras miraba las cuatro imágenes, al final quedó una en mi mano». La sagrada forma, un milagro laico, porque se trataba de «un selfie rodeado de gente joven alegre e ilusionada». Y se llega al desenlace que explica la vida entera del único presidente del Gobierno que se ha alineado en la cola del paro, «elegí la foto de la foto».

El desenlace de esta esmerada selección fotográfica es la renovada presidencia que disfruta Sánchez. Y también la conclusión de que Tierra Firme es el libro de selfies de su supuesto autor. Una biofotografía, un gigantesco autorretrato, la evidencia de que nadie puede apreciar la fotogenia del inquilino de la Moncloa con la exactitud de su propietario y administrador único. Se gusta, donde no hay descubrimiento sino confirmación.

Sería injusto determinar que este varón de indudable atractivo a sus 51 años solo agranda su efigie en cuanto titular único de l Ejecutivo. Porque en Tierra Firme no presume de ser presidente del Gobierno, sino de ser Pedro Sánchez. Habrá que demostrarlo. La solapa del libro-selfie incluye como es de rigor una biografía acelerada del autor. Pues bien, se dedican apenas dos líneas a consignar que «es presidente del Gobierno de España desde junio de 2018», frente a cuatro para resaltar que «Pedro Sánchez estudió bachillerato en el instituto Ramiro de Maeztu de Madrid, donde fue jugador de la cantera del club de baloncesto Estudiantes».

El presidente del Gobierno no es el actor principal, sino el protagonista único de Tierra Firme. Rehúsa compartir sus innumerables avances ni con sus ministros. A lo largo de cuatrocientas páginas, Bolaños, Calviño, Yolanda Díaz, Pablo Iglesias, María Jesús Montero y Teresa Ribera gozan de una sola mención per cápita. Los otros treinta titulares de carteras no comparecen en el texto. Con la mitad de las páginas dedicadas a logros internacionales, el contador de un tal Albares se queda a cero.

Dos miembros del gabinete de Aznar ven pasar a su jefe en el Congreso, y uno le pregunta al otro, «¿tú crees que este sabe que todavía somos ministros?». En la actualidad avalada por Tierra Firme, dos integrantes del ejecutivo de Sánchez se preguntan, «¿tú crees que este sabe que alguna vez hemos sido ministros?» A cambio, el libro de selfies desvela que las decisiones adoptadas en los últimos años por Xi Jinping o Biden, «enseguida me pidió que le llamara por su nombre de pila», se deben al influjo magistral del primer ministro español.

Xi obedeció a rajatabla los consejos que son órdenes de Sánchez. «Le sugerí que conversara con Zelenski», y «habló con él unas semanas después de nuestro encuentro». No hay duda de la causa y efecto. De ahí que la suerte de Putin esté echada, porque «no me había inspirado la menor confianza y no había logrado generar con él una corriente de simpatía que sí he conseguido con muchos dirigentes mundiales». Es el presidente del Gobierno ideal.

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