Foro Transición Energética 2023

Renovables, más y más rápido

La emergencia climática obliga a la emergencia de desarrollar renovables.

La emergencia climática obliga a la emergencia de desarrollar renovables. / Bernardo Arzayus

Pep Malagrava

Para que se haga cargo del artículo, va de la urgencia y emergencia de desarrollar renovables, a riesgo de parecer un martillo pilón. En los últimos 5 años, hemos vivido una cantidad de información relativa a la energía mucho mayor que en los últimos 40. Hay tres factores clave, la emergencia climática que vivimos, la afectación a la economía de los precios de la energía y la importancia que han dado las instituciones europeas.

Sólo la UE ha redefinido sus objetivos de implantación de renovables 3 veces en los últimos 4 años, pasando por el paquete Fit For 55 que establece el objetivo de que el 42.5% de la energía sea de producción renovable para 2030. Todo ello, sustentado en el Pacto de los Alcaldes que ayuda a que estos objetivos se vayan desarrollando de forma territorializada. Asimismo, el gobierno de España que aprobó el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) en 2020 con un objetivo de 42% de consumo de energía renovable y en 2023 se ha presentado una nueva propuesta que eleva este objetivo hasta el 48% para 2030. Claro que hay una lógica climática en estos objetivos, pero también económica. Allí donde se desarrollen renovables habrá mejor y mayor crecimiento económico, empleos estables y cualificados y sobre todo, mayor competitividad empresarial por menores costes energéticos. No cumplir estos objetivos más allá de poder tener alguna consecuencia legal, tendrá un consecuencia económica, ambiental y social que no nos podemos permitir como región.

Aterrizando en Balears, los objetivos son mucho menores. La Ley de Cambio Climático establece que para el 2030 el 35% del consumo de energía debería ser renovable. ¿Por qué estamos tan lejos de los objetivos europeos y estatales? Simple, no hemos hecho los deberes, pero deberíamos ser más ambiciosos. Debido al parón que supuso del 2011 al 2018 el impuesto al sol del gobierno central y al movimiento anti-eólico, Balears no puso ninguna instalación renovable de generación en marcha hasta el mes de marzo de 2021. Desde ese momento, hemos pasado de tener 87MW de potencia instalada renovable hasta los más de 310MW que tenemos hoy. Un crecimiento que difícilmente volveremos a tener en los próximos 2 años y del que particularmente me siento orgulloso de haber formado parte con un equipo de profesionales en la administración que tienen un valor incalculable. En 2018, el porcentaje de renovables producidas en Balears respecto a la demanda eléctrica apenas superaba el 4%, en 2023 éste porcentaje llega al 8,5%, pero a pesar de este aumento seguimos en el vagón de cola del Estado. Destaca el ejemplo de Menorca, que dispone de más de 60MW conectados y cerca de 100MW en proceso. Esto es en gran parte por la apuesta política de los últimos tiempos y gracias a la sociedad civil organizada, que ha sido un ejemplo de firmeza y convicción para tener una isla más sostenible.

Las consecuencias de no haber hecho los deberes no son inocuas. Necesitamos garantizar el suministro eléctrico y las centrales de gas que tenemos en Mallorca necesitan o alargar su vida útil o mejoras para mejorar su eficiencia o una nueva central térmica que sustituya algunos grupos. Así lo recoge el Ministerio en una propuesta de resolución que deja claro que Balears necesita potencia térmica adicional para dar de baja algunos grupos ya mayores. Si hemos visto oposición social a parques fotovoltaicos, qué no pasará con la posibilidad de una nueva central térmica (aunque “sólo” sea de gas). Esta acción que se anuncia para los años 2026-2028 será recurrente mientras no tengamos un desarrollo renovable suficiente. Además de lo “feo” de la medida a nivel estético esto nos empobrece económicamente. Ni Baleares ni España tiene gas o petróleo, por lo que la compra de estos combustibles a otros países, nada estables y con una volatilidad de precio que ya hemos sufrido, siempre nos hará más vulnerables que producir la energía con algo que es de todos, como el mar, el viento o el sol, lo cual nos hará más fuertes y sostenibles, también en lo económico.

En los últimos tiempos se han visto necesarios diversos instrumentos de agilización de desarrollo renovables y pero también urbanística y territorial para combinar el desarrollo renovable con la protección territorial y el desarrollo agrario. En el primer apartado se sitúa la figura de proyecto industrial estratégico o la calificación de todos los proyectos renovables como de interés autonómico que reducen los plazos de tramitación a la mitad. A pesar de ello, muchos plazos se alargan debido a la demora de diversas administraciones, llegando a plazos de tramitación de más de 2 años. En la otra parte se sitúa la zonificación de desarrollo prioritario del Consell de Mallorca o la figura del Parque Agrario del Ajuntament de Palma. Las zonas de desarrollo prioritario del Consell de Mallorca.. En el primer caso, la zonificación ayudará a realizar instalaciones definidas de forma más rápida, sólo con licencia de obra en las zonas que se delimiten y en las medidas que se definan. Y en el caso del parque agrario, la norma nace con la voluntad de que haya un desarrollo agrario en la ciudad de Palma y no se pueda edificar ni realizar actuaciones que no sean compatibles con la agricultura. Esto permite el desarrollo de renovables, siempre que los usos se combinen, tal y como se ha hecho en los últimos tiempos, en toda Mallorca con la Instrucción que estableció la Dirección General de Agricultura. El objetivo no es otro que el desarrollo renovable no sólo no frene el uso agrario del suelo rústico sino que éste aumente. Así, se puede combinar o compensar el uso agrario de tal forma que tanto la producción agraria como la renovables se incremente y ganemos tanto soberanía alimentaria como energética. De hecho, esta instrucción ha posibilitado que la transición energética sea impulsora de más producción agraria en nuestra isla. No se habría dispuesto tanto nuevo suelo agrario o mejorar el existente sin el desarrollo renovables La normativa está sujeta a interpretación siempre, pero en ningún caso se puede hacer una interpretación torticera ni anti-renovable de las disposiciones normativas, cuya intención, siempre debe regirse por el principio de cuidado al medio ambiente.

Y uno podría llegar a pensar que esto de las renovables lo pongan en otro sitio y me lo traigan por un cable o varios. Craso error. No apostar por la soberanía energética del territorio nos hará altamente dependientes y nos condena a depender de terceros. Si bien son necesarias nuevas conexiones entre la península y Mallorca y entre las islas, no son la solución suficiente para nuestra transición energética. Mejorar la red de transporte y distribución nos permitirá aumentar las renovables en nuestras islas, pero debemos asumir que deben instalarse aquí. ¿Por qué? Fácil, no hay tanta pérdida energética, fomenta la economía y el empleo y sobre todo, nos hace independientes energéticamente.

Por todo ello necesitamos acelerar mucho más el despliegue de renovables. Además, debemos hacerlo de la mano del almacenamiento de renovables, que nos permitirá que dicha energía se pueda utilizar en horas que no haya recurso renovable y también abaratar el precio de la electricidad. Así lo ha recogido la línea de ayudas que adjudicó recientemente el IDAE, gracias a la presión que en su momento hizo el Govern. Necesitamos correr, pero es una carrera en equipo, entre sector privado, administraciones y sociedad. ¿Y qué puede hacer el sector privado? Para acelerar necesitamos un sector excelente, que localice bien las ubicaciones donde instalar renovables, que haga un trabajo de complementariedad y compensación agraria que nunca reduzca la superficie en producción y que entienda que la licencia social es tan necesaria como la administrativa. ¿Y las administraciones? Asumir la urgencia y emergencia que vivimos, no siendo reinos de taifas donde cada administración o departamento de la misma vela exclusivamente por “su parcela”. El urbanismo o el paisaje no puede ser algo inmóvil que genere una barrera infranqueable para las renovables. Debemos asumir que el paisaje ha ido cambiando y que si queremos un futuro real en el que podamos y puedan vivir otras generaciones, necesitamos las renovables. ¿Y la sociedad? En primer lugar, formación respecto a las renovables y eliminar los bulos de nuestro ideario. En segundo lugar, espíritu crítico. No todos los lugares son buenos para las renovables pero no todos los lugares son malos, discernir eso, aunque sea cerca de casa es necesario.

Todo ello debe venir liderado por la administración competente en materia de energía, es decir el Govern, pero siempre de la mano de Consells y Ajuntaments que deben estar coordinados para conseguir un fin mayor y no centrados sólo en el “aquí no”. El liderazgo debe asumirse sin complejos y apostando por un modelo racional pero firme hacia un despliegue acelerado de renovables, de la mano del sector. El desacople de este tridente será un fracaso.

La inercia con la que acabó la legislatura pasada no es velocidad suficiente para que el desarrollo de renovables cumpla con los objetivos climáticos, pero sobre todo con los objetivos sociales. Nadie quiere más centrales térmicas ni más chimeneas echando humo, por nuestra salud, nuestra economía y nuestro territorio; pero sólo las renovables nos permite cumplir estos deseos.