Al Azar

El legado de un Rey de diez años

Matías Vallés

Matías Vallés

T al vez España no sea ahora mismo el problema más acuciante de Felipe VI, pero el país sigue ahí y alguien tiene que encargarse del mantenimiento. La principal ocupación de un Rey consiste en ser fotografiado, y el monarca ha repetido por estas fechas contra Francina Armengol la mirada asesina que le dirigiera a Carlos Lesmes, por meterse ambos en política. Estos malhumores gráficos del Rey en sus comparecencias recientes se complementan en el último caso con otro discurso a olvidar, pero que desembocaba en un enunciado preocupante, "estamos obligados a legar una España sólida y unida". Se le escapó un testamento, a sus 55 años.

Por si acaso, el único interés de desvelar la identidad de los autores de los discursos del Rey sería no frecuentarlos en la vida real, porque su conversación debe estar a la altura de su prosa de sonajero. Pomposos y pompiers, desempeñan un papel decisivo en el estancamiento de la monarquía, que empieza a ser una anomalía para los españoles más jóvenes que su Rey. Dado que la actividad de los amanuenses antepone lo policial a la oratoria, sorprende que se les colara el "legar España". Es decir, un monarca con menos de diez años en el trono reparte su herencia como si su misión hubiera culminado.

Simon Kuper desliza en su valioso La complejidad del Barça que la retirada es un tabú en los vestuarios deportivos de lujo, unos recintos tan sagrados como los palacios reales donde también se prohíbe terminantemente abordar la sucesión al trono. Juan Carlos I sirve como ejemplo de los traumas causados por la abdicación forzosa. De ahí la relevancia de que un Felipe VI más harto que cansado se obsesione de repente en público con la visión futura de su personaje, en los libros de historia que estudiarán los hijos de los españoles que ahora mismo no consideran imprescindible una monarquía. Expresarse en el lenguaje de la prejubilación anhelada conlleva el peligro de que la actualidad le tome la palabra al Rey, cuando legarle el país remendado a Leonor es tan arriesgado como haberle entregado en su día la imagen de la Corona a Letizia.

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