Una y otra vez

Àlex Volney

Àlex Volney

Todo se repite y ante la consumada vergüenza, el brillante autor se preguntaba en sus diarios. Los soviets habían atacado sin previo aviso a la población finlandesa. En aquel momento 174 millones de hombres sobre los tres millones y medio. Lo define como un atraco. Describe la situación como la repugnante acción de bandoleros disfrazada de pacifismo y redención humanitaria. El ataque cogió por sorpresa a la sociedad finlandesa, el abuso de fuerza fue desproporcionado. 15 divisiones se enfrentaron a 100 divisiones soviéticas que atacaron por cuatro frentes. Todo precedido de un largo proceso de chantaje y amenazas de una nación sobre la otra. Moscú obligaba a la entrega de las bases militares. Un incidente provocado por los rusos sirvió de pretexto. Los soviéticos confiaban en su desbordante superioridad mientras la Santa Rusia de los Zares era resucitada con Stalin, misma voracidad imperialista. Define al régimen como aquel que se rige por el terror y la delación y que por tanto no tiene ningún respeto por la libertad y mucho menos por la voluntad de los otros pueblos. Homologaba la Rusia Soviética con la Imperial, sin manías. Obviamente esto se puede hacer porque se trata siempre de la misma fórmula una y otra vez: nacionalismo. Cambio de nombre, mismas instituciones. El autor llega a hablar del «zar Stalin».

Hoy no hace tanto que ese mismo nacionalismo juntaba a Rusia, China e Irán en unas maniobras conjuntas pues los últimos doscientos años el tema es solamente uno y el mismo que los acercaba circunstancialmente a Venezuela, es decir, más nacionalismo y posición geoestratégica en torno al petróleo u otras energías como excusa. Nuestro personaje sostiene que sobre la ilusión y la esperanza de las gentes se imponen los sedientos de poder.

El pasado 16 de noviembre unos cuantos triples giraron el marcador quedando 179 a 171. La sumisión de la Europa digamos «de los pueblos» a los ambiciosos falsos liberales, esta vez, no se ha obrado. En este país muchos se ponen el liberalismo en boca, pero no hay liberales. La derecha neofascista no respeta ni la mismísima economía de mercado e incluso cuando se trata de girar la manivela de la repartidora adopta programas que ya ha encontrado en marcha. Cambian los perros pero encajando en los mismos collares. Es la actuación del frente iliberal a nivel global como rémora de la Historia que para nada llegó a su final.

Hace un siglo ya se buscaba someter Europa a las ambiciones de Moscú que con Alemania se repartían tablero. El gobierno ruso declaraba no tener ninguna acción en marcha de sus fuerzas aéreas mientras los bombardeos sembraban de muerte y destrucción las principales ciudades finlandesas, incluso divisiones de infantería atacaban el istmo de Carelia. Las radios soviéticas seguían ignorando los hechos, como si nada pasase. El gobierno del gran hermano seguía sus proclamas y mítines mientras bombardeaban impunemente. Molotov ganaba tiempo con la provocación para conseguir la anhelada respuesta. Europa esperaba su salvación por la paz, la conciliación y la justicia entre sus pueblos. Todo esto es muy antiguo. Es el totalitarismo de siempre. Al final Moscú quería el dominio absoluto, así como lo habían tenido los zares. Disfrazaron, cien años antes, esa guerra como de «liberación» en el mismo marco nacionalista que ha relacionado hoy a Salvini, Berlusconi, Putin o Abascal. Mitinean en el Congreso mientras la calle arde, por supuesto y siguen echando más gasolina. Acusar de golpe, cuando el intento de golpe lo das tú. La única incógnita viene de intentar entender cómo un político de la talla del señor Núñez Feijoo ha tragado con todo eso.

El autor que escribe, hace casi un siglo, el principio de esta reflexión en sus dietarios Memòries d’exili es el irrepetible Josep Pous i Pagès, el mismo de la fabulosa historia de La vida i la mort de Jordi Fraginals. En su diario ironizaba con los satélites «comunistas» que iba colocando el Kremlin encabezado por el ultranacionalista Stalin y que el escritor catalán aseguraba que «deu tenir unes quantes dotzenes de comunistes castellans i catalans, per si mai ve el dia d’aprofitar-los en la tasca de desorganitzar des de l’interior una determinada situació política catalana o espanyola».

Al caso de los hechos y agresiones sucedidos los últimos días y las últimas horas en Madrid, es preferible leer entre líneas aspectos de política exterior e internacional y en concreto en el cómo y en el qué, el quién y el cuándo de la llamada internacional fascista. Y es que todo esto de los totalitarismos y los fascismos, nuevos y viejos, está lejos de ser un anacronismo y muy presente a la hora de marcar agendas económicas y políticas en Europa. Opinan los que nacen predestinados a pagar siempre el plato. Todo tan original y novedoso. En la foto: el brillante escritor y analista ampurdanés, Josep Pous i Pagès. Él solito un auténtico fenómeno literario sin igual.

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