Hablan los extremos, pierden los ciudadanos

Sánchez defiende “en el nombre de España, en el interés de España” la amnistía al 'procés'

Vídeo: Agencia ATLAS | Foto: EP

Miguel Vicens

Miguel Vicens

Cuando en política solo hablan los extremos, el consenso o los acuerdos que no satisfagan por completo a nadie, pero que a la vez sean aceptables por todos los ciudadanos, se convierten en un objetivo inalcanzable. Es el drama de la política de bloques, donde la moderación es silenciada como una excentricidad tanto como el diálogo entre contrarios. Se imponen las pasiones a cualquier acercamiento, las consignas ciegas. Y la desafección y la frustración van anidando entre los silenciados. 

El PP habla por boca de Vox, temeroso de ser superado por un órdago mayor de la ultraderecha en su discurso nacional, o bloqueado en las cuatro comunidades donde comparte gobierno. Lo mismo le ocurre en Balears, donde mantiene un gobierno en minoría gracias a un pacto con el partido de Abascal. Su socio le permite gobernar, pero le imposibilita cualquier tipo de acercamiento a la oposición, cualquier consenso, diálogo al que el propio Ejecutivo también renuncia por no ofender a su socio. 

En la investidura de Pedro Sánchez se observan idénticos defectos, pero de consecuencias mayores. El presidente va sumando adhesiones con quien anteayer dijo que nunca buscaría el acuerdo y aceptando imposiciones que anteayer también aseguró que nunca acataría. Llama sus socios de nuevo la mayoría de progreso y a su nueva actitud hacer de la necesidad virtud. Sin ningún acercamiento al partido mayoritario, ni un intento siquiera, porque sabe que eso le indispondría con sus socios minoritarios, así como con los nacionalistas e independentistas con los que ha cerrado su investidura. 

En ambos casos es un drama para el ciudadano. Al menos para el que no se presta a ser una marioneta manipulada por los dos bloques.

Suscríbete para seguir leyendo