Limón & vinagre

Gabriel Le Senne, presidente del Parlament Balear: Dios lo hizo libertario

El presidente del Parlament balear, Gabriel Le Senne.

El presidente del Parlament balear, Gabriel Le Senne. / EFE / Cati Cladera

Matías Vallés

Matías Vallés

Gabriel Le Senne es el primer alto cargo de Vox reprobado no solo por el PP, sino también por su propio ultrapartido, pero tendrán que esperar un par de párrafos para entenderlo. Le Senne es asimismo el hombre más feliz de Mallorca, desde que accedió a una presidencia del Parlament de Baleares que «me pilló bastante por sorpresa». Bordeó el éxtasis al despachar en julio con Felipe VI en Palma, una oportunidad que aprovechó para tranquilizar al monarca, pues a continuación desveló que no lo veía preocupado por el resultado del 23J.

Le Senne ni siquiera ocupaba plaza de diputado autonómico tras las elecciones regionales. Hubo que pasaportar mediante la proverbial patada a su teórico líder Jorge Campos al Congreso, para que el abogado y economista recién llegado debutara presidiendo la cámara autonómica por gentileza de PP/Vox. Y del ala radical liderada por Ignacio Garriga, el enganche del mallorquín con la facción que se ha adueñado de la ultraderecha moderada.

Le Senne es el primer presidente del Parlament que ha escrito un libro de contenido político, bajo el expresivo título de Dios nos hizo libres. Este valioso volumen conjuga la adscripción del alto cargo de Vox al liberalismo «austriaco» de Von Hayek desde la primera década del siglo, con su conversión paulina al cristianismo militante con motivo del bautizo de sus hijos en la segunda década de la centuria. Tiemblen al pensar hacia dónde puede apuntar su evolución en estos años veinte.

Dios nos hizo libres, pero con algunos se entretuvo más. Al hijo de farmacéutica y de un ingeniero de caminos con carrera en el PP y la convicción de que su rama es la élite de la ingeniería, la divinidad también lo hizo libertario. Utilizó esta adscripción, sin necesidad de colgarse un rifle de repetición en bandolera, para eludir las acusaciones de ultraderechista cuando fue descubierto en la cima del Monte Sinaí. O del Parlament, en su versión autonómica.

Tiene 46 años y Dios lo hizo libertario, en otra prueba de que ninguna oveja del rebaño está perdida, aunque probablemente no haya cargos al gusto de todos los feligreses. Por desgracia, el tráfico ideológico y religioso de Le Senne generó menos atracción que sus comentarios en el lodazal del también rebautizado Twitter. Bastaron las nueve palabras de «las mujeres son más beligerantes porque carecen de pene» para granjearle el odio universal. Conjuraba un comentario de la exconcejal palmesana Sonia Vivas, de Podemos, «los hombres con penes pequeños suelen ser más beligerantes», omitido por la jauría porque una red comprada por Elon Musk no se caracteriza por la sutileza.

La pugna Vivas/Le Senne es uno de los momentos cenitales de la historia intelectual del país, equivalente a la disputa teórica Keynes/Friedman o al Habermas/Benedicto XVI. No todos los participantes en las redes sociales advirtieron la altura del debate, se limitaron a bautizar Le Penne al presidente del Parlament balear. No era el mejor comienzo imaginable, pero el apenado logró empeorarlo al señalar camino de su despacho que el Estado debe recuperar competencias transferidas a las comunidades, un manifiesto bizarro en un líder autonómico.

Ya están ustedes preparados para asistir a la enésima conversión de Le Senne, su metamorfosis en presidente imparcial de la cámara. Riñen PP y PSOE, la presidenta popular Marga Prohens enarbola una foto de grandes proporciones de Josu Ternera, que sumada a la devoción derechista por Txapote obliga a examinar la fascinación freudiana de los conservadores por los etarras. Al árbitro extremista del debate le parece intolerable que se ligue a los socialistas con ETA, y concede un turno de palabra a la izquierda. De paso, y esta circunstancia no debe quedar desapercibida, el presidente muestra un conocimiento exquisito y exhaustivo del reglamento, al corregir el artículo invocado para la réplica. La derecha no perdona la neutralidad, y cargó furiosamente contra Le Senne. El PP lo abofeteó simbólicamente sin complejos, su propio partido Vox le recriminó la conducta apaciguadora que atribuyó a la bisoñez. Lo hubieran desalojado a empellones, pero es inamovible.

Salvo que haya empezado a leer por este párrafo, usted ya imagina que el libertario por decisión divina es un encendido partidario del argentino Javier Milei, menos la motosierra y otras extravagancias. El mallorquín querría ser confundido con un lord, pero se queda en apañado civil servant, un funcionario que hallaría acomodo en novelas de espías con bombín y paraguas. Le Senne retratado por Le Carré sería Le Demasié, el topo que surgió del frío, el redentor en minúsculas.

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