Entrebancs

Crecimiento económico y progreso social

Antonio Tarabini

Antonio Tarabini

En nuestra Comunidad, a pesar de que vivimos en una sociedad amenazada por múltiples crisis y catástrofes como la pandemia, la crisis energética, la climática, la medioambiental, (…), gozamos todavía de índices positivos de crecimiento económico, especialmente en el sector turístico, en base al número creciente de visitantes y su consiguiente gasto, el cual repercute en los beneficios empresariales y en el liderazgo de crecimiento del empleo. Pero ¿tiene futuro este modelo?

El Crecimiento Económico repercute, o debería repercutir, también de manera constructiva en el desarrollo social de una sociedad. El factor financiero y la estabilidad económica deben aportan un estilo de vida a las familias e incrementar la tranquilidad emocional en relación con el futuro. Por ejemplo, el crecimiento económico crea mejores oportunidades para el consumo y el ahorro. Sin embargo, no siempre es así, centrar el progreso únicamente en lo económico implica ignorar el Progreso Social.

¿A qué se llama Progreso Social? A la evolución de la sociedad hacia un escenario ideal que repercute positivamente en el bienestar de las personas. Inputs relacionados con la nutrición, la formación, el acceso a la vivienda, el nivel de seguridad, perspectivas de futuro, la sostenibilidad, inclusión y tolerancia, así como el acceso en igualdad de oportunidades a los servicios públicos básicos. Pero la realidad es terca. Reproduzco de este mismo periódico: «Crece el número de ricos en Balears», mientras las clases medias/medias y medias/bajas no pueden sobrevivir con sus salarios para cubrir sus necesidades más básicas, como, entre otras, el acceso a una vivienda digna y asequible, suma y sigue.

Hoy, año 2023, se han alterado profundamente los objetivos del Crecimiento Económico y del Progreso Social que formalizaron unas reglas del juego para la convivencia política, económica y social. La revolución tecnológica ha hecho transitar al mundo de lo analógico a lo digital; la revolución demográfica convirtió a Europa en un espacio compartido de gente envejecida cuando inicialmente era un continente de población joven; la globalización ha llegado a ser el marco de referencia de nuestra época, desplazando al Estado-Nación; y la hegemónica revolución conservadora donde imperan las virtudes del individualismo donde cada palo aguante su vela, olvidando los principios mínimos de solidaridad.

A modo de conclusión reproduzco unas notas que encontré registrando mis archivos, cuyo autor desconozco: «Deberíamos ir asimilando que la reactivación de nuestra actividad económica no se producirá si seguimos en más de lo mismo: la cantidad, la rentabilidad a corto plazo (…). El futuro sólo es posible si nuestra competitividad está ligada a una calidad de oferta de los servicios y a una triple sostenibilidad: medioambiental, económica y social (…). El turismo del futuro será aquél que sea capaz de devolver al entorno natural, incluido las áreas agrícolas, lo que el entorno le ofrece. Si no genera un Progreso Social la actividad turística tendrá un futuro limitado, pues generará gentrificación y turistificación expulsando a los residentes de toda la vida hacia zonas más degradadas y con peor calidad de vida. No cabe pues hablar de recuperación sin que el empleo se recupere, ni de ofrecer calidad sin que genere en las condiciones de vida de sus trabajadores».

Hoy, año 2023, ¿es posible crear un clímax que posibilite y facilite la reconciliación entre la economía de mercado, el progreso social y la democracia plural?

Suscríbete para seguir leyendo