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Hable el idioma que quiera

Martí Saballs

Martí Saballs

Cuando los padres fundadores de Estados Unidos idearon la Constitución de su país decidieron no declarar ningún idioma como oficial. Aunque entre ellos hablaban inglés, lengua mayoritaria en las primeras 13 colonias originarias del nuevo país, no quisieron ofender los sentimientos de inmigrantes procedentes de otras zonas no anglófonas. Así ha sido hasta ahora. De hecho, en ese país se calcula que se hablan 350 lenguas distintas, de las cuales el español es la segunda más hablada. La oficina del censo americano calcula que lo hablan 41 millones de sus ciudadanos.

Hay estados federales que sí tienen el inglés como idioma oficial. Otros, como Hawái o Alaska, tienen, además del inglés, los idiomas locales. Se puede vivir y trabajar en EE UU sin saber inglés. Nadie está obligado a hablarlo. Otra cosa son las ganas de progresar y comunicarse más allá de la propia comunidad. Prevalecen el sentido común y la libertad individual. Grupos extremistas que pedían defender la constitucionalidad del inglés ante el miedo a su desaparición siempre han fracasado en sus objetivos.

Conozco veraneantes extranjeros de muchos años en la Costa Brava que a estas alturas apenas saben chapurrear cuatro palabras de español. De catalán, ya ni mentarlo. Una de estas personas, francesa, me pidió incluso si yo podía hablarle en su idioma. No todo el mundo tiene facilidad por aprender idiomas ni ganas de hablarlo. Casos como el del famoso explorador inglés Richard Francis Burton -llegó a dominar 25 idiomas- son extraordinarios

Admiro a los políglotas y a aquellos que hacen un pequeño esfuerzo para aprender el idioma (o idiomas) del lugar en el que trabajan. Aunque sea por educación, un pequeño esfuerzo es suficiente para aprender a decir kaixo, bai, ez, agur, barkatu o eskerrik asko, por citar expresiones básicas en euskera.

Por distintas razones, ideológicas e identitarias, hay quien ha querido instrumentalizar los idiomas que se hablan en España. A estas alturas todavía hay quien no entiende que en Catalunya se defienda activamente el catalán y quien piensa, en Catalunya, que el castellano es un idioma que no merece la pena aprender por ser impuesto. Que el Congreso valide y defienda el uso de todos los idiomas españoles en parlamento público es una buena noticia. El sentido común y las ganas de entendimiento entre españoles harán el resto.

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