Limón & vinagre

El amor lo ponía Rosalía

El cantante puertoriqueño Rauw Alejandro en una imagen promocional de noviembre de 2022.

El cantante puertoriqueño Rauw Alejandro en una imagen promocional de noviembre de 2022. / DM

Matías Vallés

Matías Vallés

Se apaga la música. Los novios se habían tatuado el nombre de su pareja en el vientre, habrá que borrarlos con láser. El amor lo ponía Rosalía pero, como el protocolo exige un destinatario, el contrapunto estatuario lo aportaba Rauw Alejandro. El puertorriqueño queda investido sucesor transitorio de C. Tangana, en el escalafón sentimental de «la niña prodigio del flamenco convertida en superstar pop», la francesa Paris Match facilita la definición de la diva. La ruptura latina que obliga a este entierro escrito fue una exclusiva de la revista People, la biblia de la ortodoxia hollywoodiense para quienes todavía dudan de que toda cultura rupturista desemboca en Barbie.

Su unión incurrió en el desafío, su disolución es una vulgaridad. Rauw se desenganchó del yugo compartido meses atrás, según ha admitido confusamente, pero el medio es el mensaje y en People quedan emparentados con las también exclusivas fotos del hijo de Brangelina o de los gemelos de Jennifer Lopez. Han alcanzado el punto en que la celebridad se antepondrá para siempre al mérito artístico, como en Marilyn, Miguel Bosé o Liz Taylor/Richard Burton.

Separarse es una excelente jugada profesional, el problema radica en que la cantante estaba rendidamente enamorada de Rauw, y eso que la correosa investigación para este artículo no ha excavado ni una sola causa para justificar el arrobamiento. Es curioso que Belén Esteban consuele a la artista catalana con un categórico «él se lo pierde, cariño». Sobre todo porque Rosalía se solidarizaba con el escaso éxito como seductor proclamado por su ex en su primera juventud, para sentenciar que «ellas se lo han perdido». Estaba entregada.

El cantante puertoriqueño Rauw Alejandro en una imagen promocional de noviembre de 2022.

El cantante puertoriqueño Rauw Alejandro en una imagen promocional de noviembre de 2022. / DM

Andamos un poco hartos de los artistas que te señalan con el dedo cuando cantan, un gesto maleducado que solo se le permite al extraordinario Bad Bunny de Bullet Train. Sobre todo, cuando la Julieta de esta historia ha creado un mundo nuevo, en tanto que su enamorado se inscribe en la superpoblada estirpe de los «malotes», una adscripción que Rauw asume sobre todo por no profundizar.

Voy a perder la cabeza por tu amor es una canción del Puma, ahora con la excelsa interpretación dolorosa de la pareja de Rauw. La única entrevista conjunta y dilatada, su unión mediática ante Ibai Llanos, es una cháchara fúnebre y descorazonadora. Equivale a contemplar By the Sea, la desoladora película rodada por Angelina Jolie y Brad Pitt en Malta, para anticipar su ruptura alcohólica. Con la diferencia notable de que los estadounidenses se odian a la par, frente a la asimetría sentimental de los latinos.

Unidos digitalmente por el padre Llanos, la cantante prodiga insinuaciones de boda, que el destinatario repele con la habilidad de un Carlos Alcaraz. El puertorriqueño deja claro que no siente simpatía alguna por el influencer, y que su vínculo con el trío es exclusivamente promocional. Sin embargo, la gestualidad masculina no puede disimular el sometimiento curricular de Rauw a su pareja. Si lo quieren en redes sociales, 27 a 18 millones de seguidores a favor de la española en Instagram. En los Grammys, más sólidos que los Instagramers, 13 para la revolucionaria con dos de ellos en la categoría absoluta, por uno para su peluche.

El lector avisado ya habrá concluido que no queda muy claro si se habla aquí de Rosalía/Rauw o de Shakira/Piqué, dadas las concomitancias. En efecto, dos varones que se creen sustanciales, pero que son meros comparsas por comparación con la dimensión global alcanzada por sus damas. Este desnivel genera las frustraciones de ordenanza, pero desliza la creatividad hacia la despechá facturadora. Qué pasará cuando la colombiana tenga que escribir una canción desligada del futbolista.

Además, Rauw guarda fisonómicamente una retirada a un Piqué de bolsillo. El bailarín, título que no le adjudicará nadie que lo haya visto en danza, describe la escena de terror de los familiares de más edad de la cantante, mirándolo fijamente con aviesas intenciones matrimoniales. Una escena lorquiana en la Cataluña posindependentista, con la naturalidad payesa de la artista catalana frente al envaramiento de un novio desconectado de la relación, como si llevara cincuenta años casado con esa mujer.

En la escena del enlace, el padre Llanos se sitúa ante Rosalía y Rauw para preguntarles curioso por qué su proyecto se llama «RR». Por única vez en la entrevista, ambos creen que es una broma. No, a eso lo llaman hoy periodismo. Por si a alguien se le ocurre impugnar todo lo anterior mediante la gran estafa de los millones de seguidores, el avispero solo significan que cada vez hay más fetiches que importan cada vez menos a millones de personas. Macarena Olona tiene 400 mil adeptos en Twitter, y 400 votos en las elecciones. El público sabe distinguir. Amén.

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