OPINIÓN

Herencias gratuitas, la gran medida nacionalista

Matías Vallés

Matías Vallés

Si quieres congraciarte con las buenas gentes de Mallorca, hazles un descuento. Es el lenguaje que mejor entienden, por fenicios y por escépticos. Pocas sociedades respetan con tanta fidelidad el lema inglés de «pon tu dinero donde está tu boca».

De las doscientas razones que se alegan para explicar el triunfo de la derecha el 28 mayo, sobresale la práctica eliminación del impuesto de sucesiones. Ya sabemos que nos lo cobrarán por otro lado, y que hay que oponerse a las herencias en favor de la justicia distributiva. Ahora bien, las exacciones que patrocinaba la izquierda iban en contra de los mallorquines, y a favor de extranjeros a menudo más ricos que los nativos. Contribuían a la descapitalización acelerada de los isleños. De ahí el acierto de unas herencias gratuitas que van más allá del mallorquinismo, para transformarse en nacionalistas a secas. Contribuyen a blindar el patrimonio local, en la escasa medida en que puede lograrlo el Govern.

El anterior ejecutivo balear despreció a las clases medias hasta el punto de negarles la capacidad de administrar su fondos. La izquierda trataba a los mallorquines como a niños, y el PP/Vox como a salvajes, con la ventaja del voto recibido. En cuanto a los próceres del Pacto de Progreso que han salido en tromba contra las herencias gratuitas, ¿se comprometen a destinar el ahorro que experimentarán en sus suculentos legados familiares a sus causas humanitarias favoritas, o esta regla solo se aplica con el dinero ajeno?

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