Toma de posesión en campaña

Editorial

Editorial

La toma de posesión de Marga Prohens estuvo marcada por un calor pegajoso y húmedo que se adhería sin excepción al medio millar de invitados. Simboliza lo que en sus propias filas barruntan. «Sudará», auguraban en los corrillos de la celebración del regreso al Consolat, donde se instalará el prometido Govern en solitario, pero condicionado por el acuerdo con Vox, que reemplaza a la extinta y más manejable Unió Mallorquina como compañero de viaje ante la ausencia de mayoría absoluta. El discurso, más atemperado que el pronunciado en la investidura, dejó patente el equilibrismo al que se verá abocada la líder popular en la gobernanza. Promete que actuará como «presidenta para todos», dando a la vez cumplimiento al acuerdo suscrito con la «vigilante» ultraderecha, que ha merecido la reprobación de casi una treintena de entidades del ámbito feminista, ecologista, social y cultural de Mallorca, dispuestas a «plantar cara al odio» y a la «involución». El alcance real de las palabras de Prohens y del pacto que guía su proyecto se concretará en las medidas políticas que acabe implementando y de su efecto sobre el territorio y la ciudadanía. Ha de primar la moderación y la centralidad frente a los guardianes de las esencias, monologuistas incapaces de establecer diálogos y tender puentes sobre los que cimentar los consensos necesarios para que la sociedad avance y dé respuesta a los complejos retos de nuestro tiempo, sin exclusiones. Titánica tarea en la selva de la polarización que invade el mundo. Imperdonable desprecio del Gobierno de España a Balears, sin ministros y con una representante de tercer orden, en la toma de posesión de la presidenta de la Comunidad Autónoma. No fue el único. Núñez Feijóo prefirió asistir a un acto de campaña en Extremadura que acompañar a su líder balear en la reconquista del Consolat. Mensaje: premia al territorio de la rendición, frente al de cierta contención.

El relevo institucional en Balears y en otros territorios que votaron cambio el pasado 28M avanza en medio de la campaña de las generales. A día de hoy, los estudios demoscópicos apuntan la ventaja de un Núñez Feijóo titubeante, que por momentos pasa de derogar el ‘sanchismo’ a solo reformarlo, sobre un hasta ahora incombustible Pedro Sánchez, convencido de que «hay partido». Mañana, se juegan una bola clave en el cara a cara televisivo. También auguran los sondeos que ni la suma PP-Vox ni la de PSOE-Sumar alcanzará los 176 diputados de la mayoría absoluta, dejando a los primeros en torno a los 170 y a los segundos sobre los 140, sin llegar a descartarse un escenario de bloqueo en función de las alianzas que puedan tejerse con el resto de formaciones. De ahí, la singularidad de esta campaña en la que además de movilizar el voto del partido, se ha de trabajar la estrategia de bloques. No obstante, no dejan de ser pronósticos, cada vez más volátiles y difíciles de perfilar. Buena parte del voto, como viene ocurriendo con los viajes turísticos, se decide en el último momento. Los ciudadanos tendrán la última palabra.