Desde el siglo XX

Montesión condena a sus jesuitas violadores, no los expulsa

Luis Añorbe y Fernando Meseguer, sacerdotes jesuitas, y una tercera sotana diocesana han sido incluidos en la inacabable lista de las infamias de la Iglesia católica

Fernando Meseguer y Luis Añorbe.

Fernando Meseguer y Luis Añorbe.

José Jaume

José Jaume

El colegio de Montesión, el de la Compañía de Jesús, al que la alta burguesía conducía (todavía acontece) a sus retoños para recibir exquisita educación, lugar donde a los mejores se les otorgaba el reconocimiento de «príncipes», epítome de la excelencia educativa, en dura competencia con los colegios del Opus Dei, ha sido cobijo de nauseabundas prácticas por parte de dos de sus sacerdotes, que durante más de tres décadas violaron, en compañía de un colega diocesano, a una joven que, tras haber sido violada por su padre, no halló en los jesuitas el amparo que requería, sino que vio acrecentado su calvario hasta el paroxismo. Tres décadas de tortura en la que uno de sus violadores le decía, tras someterla a su tarada pulsión, «hago todo esto porque tú necesitas sexo, yo ya me he confesado». No vale despacharse con que es asqueroso o epítetos similares; no, porque hay fundamental responsabilidad tanto por parte de la Compañía de Jesús como de las autoridades de la Iglesia católica. No es creíble, no se puede aceptar, el argumento de que nada sabían de las violaciones reiteradas a las que sus sacerdotes sometieron a la chica. Nos negaremos en redondo a darlo por bueno, como a aceptar el perdón que los Jesuitas solicitan al admitir las graves secuelas que marcan de por vida a la mujer. Es de un cinismo miserable que los Jesuitas condenen «rotundamente» los abusos, violaciones, perpetrados por Fernando Meseguer y Luis Añorbe, que se les condene al ostracismo, prohibirles administrar los sacramentos en público, pero que no se les expulse. Meseguer conoció a una adolescente de 15 años que le confió haber sido vejada por su padre, se ganó su confianza y procedió a violarla una y otra vez. Se lo hizo a una menor de edad. También Luis Añorbe y el tercer facineroso sacerdote del que quedamos a la espera de que el Obispado de Mallorca tenga a bien facilitar su nombre para que el oprobio le acompañe.

Curas violadores que no son expulsados. Siempre la Iglesia católica, con especial énfasis la española, protegiendo a los suyos. El cardenal arzobispo Antonio María Rouco Verela, emérito de la archidiócesis madrileña, referente del nacional catolicismo, que cabalga otra vez triunfante por las españas, trasladaba de parroquia en parroquia a uno de sus sacerdotes pederastas cuando era denunciado. Ha sido práctica común. El papa Benedicto XVI parece que abdicó por no ser capaz de enfrentarse al problema. En Alemania también fue presunto encubridor. Su predecesor, el polaco Wojtyla, amparó al sacerdote mexicano Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, pederasta, violador, padre de varios hijos. La foto en la que posa su mano sobre la cabeza de Maciel lo corrobora.

En Mallorca se han conocido casos de sacerdotes pederastas y violadores, nunca como el de los dos jesuitas, Fernando Meseguer y Luis Añorbe (reiteremos una y otra vez sus nombres), que violaron durante décadas a una chica que venía de padecer lo indecible a manos de su padre. Hay un pasaje en los Evangelios en el que Jesús afirma categórico «Ay del que escandalizare a uno de esos pequeñuelos, más le valdría atarse una soga con una piedra al cuello y arrojarse al mar». Las denuncias ante la Justicia (de los tribunales eclesiásticos, francamente, casi nada cabe esperar) han sido presentadas. Que actúe presta. Meseguer y Añorbe siguen sin ser expulsados, que se sepa.

Acotación ilustrativa.- La foto del compañero B. Ramon de la portada de ayer de Diario de Mallorca en la que Idoia Ribas, jefa de filas de Vox, felicita efusivamente a Marga Prohens en el Parlament, es la ilustración (no confundir, por favor, con la del Siglo de las Luces, el XVIII) de que la señora Ribas encarna el segundo o tercer fracaso (contando la del general Coll) de la perfomance de la extrema derecha. Preguntarse por las razones que han llevado a Vox a rendirse con tanta facilidad es pertinente. ¿No se decía que Ribas era dura negociadora? ¿Qué ha sucedido para tanta amabilidad? Abogada con despacho profesional. Hete aquí plausible explicación provista de cierta lógica.

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