José Antonio, indiferente

Ante la exhumación del fundador de Falange, la derecha democrática no ha ido más allá

de acusar de electoralismo al Gobierno

Carmen Lumbierres

Carmen Lumbierres

Por más que unas decenas de exaltados hayan ido como nostálgicos tendentes a la violencia a honrar los restos del fundador de Falange, el grueso de la población está más pendiente de la próxima ola de calor anunciada con más tiempo que la última temporada de Succesion. Apostaría que varios de los ahí congregados tienen dificultades para diferenciar entre el padre, dictador plenipotenciario durante siete años y el hijo José Antonio, con aspiraciones a convertirse en la imagen del fascismo en España. Fue diseñando golpes de Estado específicamente falangistas, y el auténtico, el de julio de 1936 con Francisco Franco al frente, le pilló en prisión, donde fue ejecutado. El hombre que atesora en su periplo post mortem un entierro más que el de Melquiades Estrada tendrá por ahora descanso definitivo en el cementerio de San Isidro, del que salieron los restos mortales de su padre camino de Jerez en 1947.

La familia, de la que abominaba el dictador Franco- ninguneó la herencia del padre e instrumentalizó la figura del hijo a conveniencia-, ha encontrado reposo privado. Ni el fascismo en este país ha estado unido, para aquellos que les preocupa tanto la unidad de acción de la izquierda ahora en pleno disfrute de la democracia, aunque a Miguel Bosé le parezcan mejor los tiempos de represión del tardofranquismo. Todo esto les venía a contar por el silencio suscitado ante la exhumación por sus herederos más cercanos con mando en plaza, que optaron por la nada a lo largo de todo ese día. La derecha democrática no ha ido más allá de acusar de electoralismo al Gobierno de la Nación. Así que igual no es tan mala idea haberlo hecho en campaña electoral, porque están tan preocupados por la moderación ensanchando el arco de votantes que a todos les ha entrado una amnesia repentina y han dejado el asunto en la dimensión en la que debe estar.

Ya es que ni las andanzas náuticas de nuestro reciente exjefe de Estado han suscitado tampoco mayor interés. Después de la actuación desvergonzada de la primera vez, nada nos podía resultar ya sorprendente. Estamos ahora a lo que toca, el calor, la sequía, el precio de la vivienda, la inflación y de reojo, las encuestas electorales, que hay que confesarlo nos siguen entreteniendo mucho hasta el día de la votación real. Hubo un tiempo en que a un grupo de señores les pareció un trámite innecesario y lo hicieron notar de la única manera posible, asesinando. Quedan un 30% de las víctimas de la represión militar y franquista sin registrar o en paradero desconocido, lo digo porque podemos seguir mirando hacia delante pero ayudándonos del retrovisor; la DGT no me pondría ninguna pega a esto.

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