Feijóo preferiría volver a abstenerse

Dados los modestos objetivos que se impone en las autonómicas, donde «el partido de Sánchez aguantará mejor que en las generales», el presidente del PP se inhibe del 28M

Matías Vallés

Matías Vallés

El gran debate de la política estatal no consiste en dilucidar si Núñez Feijóo puede llegar a presidente del Gobierno, sino si quiere llegar a ese cargo. El hipotético líder del PP que inicia su arenga preelectoral ante la Junta Directiva Nacional de su partido al grito de que en las autonómicas inminentes «el partido de Sánchez aguantará mejor que en las generales», no solo deja boquiabiertos a sus candidatos autonómicos desasistidos, sino a la afición en su conjunto. No es de extrañar que dicha rendición inaugural haya sido extirpada de las crónicas en medios proclives a los populares.

La capitulación en las regionales sería desaconsejable incluso en un off the record, cuanto más en un régimen abierto ante las cámaras. El líder de la oposición se abstuvo en la moción de censura que interpuso Vox, y ahora se inhibe de las autonómicas, su tibio abordaje de una fecha clave para su futuro obligará a preguntarle si piensa votar el domingo 28M. Porque el deportivo homenaje a la resiliencia de Sánchez fue seguido de un bofetón a sus propias fuerzas, al afearles que «llevamos siete años sin ganar unas elecciones en una convocatoria nacional». Los jerarcas conservadores no podían aguardar a escuchar las malas noticias.

Feijóo se expresa mediante un discurso deliberadamente oscuro, digno de un ChatGPT. Se halla tan a disgusto con su situación, tan preocupado de que la presidencia popular lo empuje a La Moncloa aunque sea exclusivamente por el trabajo ajeno, que no desea ser entendido ni atendido siquiera. Revisando su vídeo con insistencia, se puede concluir desde la benevolencia que el PP quiere aumentar en mayo «sus tres comunidades actuales». Se refiere a Madrid, Murcia, y Ceuta, tan respetables como cualquier otra circunscripción aunque cubran un cuatro por ciento de la superficie española. El 28M se disputan diez autonomías que en la actualidad no vienen gobernadas por la derecha. En algún momento parece que el líder a la fuerza se conforma con mejorar resultados, un desenlace garantizado por la extinción de Ciudadanos. ¿Espera Feijóo que la remontada hasta el Gobierno con Vox en una de las diez disputadas catapultaría su candidatura personal? La modestia tiene un límite.

Feijóo ha debilitado la frontera entre la pasividad y el amilanamiento. Ante la posibilidad de un descalabro autonómico, que a veces parece desear, el presidente nacional recuerda que «podría esconderme detrás de vosotros». La estampa del general agazapado detrás de sus huestes no admite ni una formulación en condicional, por lo que traduce de nuevo la insensibilidad del supuesto candidato a La Moncloa.

Al corregir la tentación teórica a esconderse detrás de sus subordinados, Feijóo solo se proclama «corresponsable» del resultado del 28M. ¿Como en «eres corresponsable» del coche que pilotas en solitario? No solo ha desguarnecido a sus candidatos al avanzarles que el PSOE llega fuerte a los comicios, en contra por cierto de las encuestas, sino que arrojará las culpas sobre sus subordinados en un partido de recia estirpe presidencialista.

Ante sus modestas aspiraciones en las autonómicas, y el ahorro energético que desea imprimir a su campaña, es lícito plantearse si Feijóo da la espalda a sus aspiraciones presidenciales. Como mínimo, las reticencias suenan extrañas en un líder de equipos humanos. Los pseudointelectuales abusan a cada paso del «preferiría no hacerlo» del Bartleby de Melville. Refugiándose en la pantalla, el político gallego remite mejor al Mark Rylance de El puente de los espías, con su cantinela de «¿serviría de algo?».

En honor a la objetividad no respetada por quienes limpian de hierbajos el discurso de Feijóo, también habló de luchar hasta el último voto y demás hojarasca publicitaria en campaña. Sin embargo, no se debe juzgar al político gallego por lo habitual, sino por su excepcional resignación ante una derrota autonómica. Si pudiera ahorrarse las dos semanas de mal trago de la transición al anonimato, da la impresión de que Feijóo se retiraría hoy mismo a Galicia. Con la misma contundencia que mostró para desmarcarse de las primarias que auparon a Pablo Casado.

El claroscuro de Feijóo contrasta con la luminosidad cegadora de su alternativa. Isabel Díaz Ayuso proclama que el dilema electoral en curso es «Sánchez o España». Ha excluido de la disyuntiva fundamental a su teórico candidato, como si solo el secretario general socialista estuviera a la altura de un desafío que abarca al país entero. El «corresponsable» del PP calibra su implicación porcentual en unas elecciones parciales que pueden significar su retirada, y nadie se atrevería a concluir que no la desea.

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