Las consecuencias de la comida homenaje de la cúpula del PP a José Maria Rodríguez, organizada personalmente por el propio exdirigente popular condenado a 3,5 años de cárcel por el caso Over y ya anunciada en prensa la misma fecha del convite, se verán cuando el partido presente las listas al Parlament y al Ayuntamiento de Palma y, sobre todo, la noche decisiva del 28 de mayo.
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En primer lugar porque la cita de Sencelles, el mayor error político de Marga Prohens en su momento más dulce y de mayor expectativa electoral, una bomba solo comparable a los efectos que tendría a nivel nacional una reunión entre Feijóo y Bárcenas, obligará de nuevo a realizar una relectura en clave rodriguista de las apuestas del partido en los puestos de salida, vista la demostración de fuerza del exdirigente popular, ahora en regimen abierto. Recordando también la fidelidad al viejo líder de los secretarios generales Sandra Fernández y Javier Bonet, actuales número dos de Marga Prohens y Jaime Martínez, respectivamente, cuyo liderazgo ha quedado ahora tocado.
Pero el principal efecto habrá que calibrarlo en esos 100.000 electores perdidos en Balears por el PP desde 2015 o al menos en una parte de ellos, terminado el tiempo de las mayorías absolutas. Posibles votantes que han visto en Marga Prohens, tal como señalan las encuestas, la imagen de la renovación del partido, la expectativa del cambio politico y la alternativa real de gobierno a Francina Armengol y los partidos del Pacte. Para ellos el regreso al pasado de la cita de Sencelles es un tremendo golpe, porque les ha transmitido de una manera nítida un mensaje: José María Rodríguez es todavía uno de los nuestros.