Que los partidos políticos dicen una cosa y después hacen otra es sabido por todos. Pero el cinismo y la hipocresía van mucho más allá cuando el tema afecta a menores que están bajo la tutela de distintas administraciones en Baleares, Valencia, Madrid o Castilla León.

Este cambio de traje lo estamos viendo sin ningún tipo de tapujos con el escándalo de los supuestos casos de explotación sexual de menores tutelados. En Baleares hay quienes salen defendiendo a capa y espada una investigación para esclarecer lo ocurrido, pero esos mismos representantes de la voluntad popular, en otras comunidades, como en Madrid, afirman que hay que dejar trabajar a la Administración sin «interferencias políticas». Resulta muy chocante cuando ese es el mismo argumento que se utiliza desde el gobierno balear e insular para NO investigar. ¡Qué curioso! Eso sí, los que aquí gobiernan, pero en otra comunidad están en la oposición, allí SI piden comisiones de investigación y levantan rumores de mociones de censura. ¿Pero, qué clase de desvergüenza es esta? ¿Dónde queda el interés superior del menor? Por no hablar de la absoluta incoherencia y nula credibilidad. Valores que hace tiempo que están en peligro de extinción.

Si el asunto es grave, mejor dicho, gravísimo, lo debe ser sin perjuicio de donde se produzcan los hechos, ya sea en Baleares o en el último rincón del planeta. Si un partido está a favor de llegar hasta el final ¿por qué no mantiene esa misma postura en todos los lados?, ¿acaso un menor es menos vulnerable en Valencia que en Baleares?, ¿no se estaría atentando contra el artículo 14 de la Constitución? Pues les digo una cosa, esos niños requieren de la mayor de las protecciones estén donde estén, independientemente de intereses partidistas. Y cuanto más se cierran a una investigación, más se incrementa la sospecha y se profundiza la herida.

Desde el primer momento que saltó el escándalo he defendido, contra viento y marea, lo mismo, sin moverme un ápice de lo que considero correcto y justo: investigar, investigar, investigar. Hay que llegar hasta el fondo del asunto, hacer todas las preguntas y buscar respuestas. Considero que la dignidad y la lealtad a unos principios van por delante, aunque el camino no sea precisamente de rosas. No se puede decir lo mismo y lo contrario a la vez, ni cambiar de opinión sin criterio. Es una vergüenza la diferente postura o actuación de algunos partidos en Madrid, en Valencia o en Baleares que, según les convenga, pregonan una cosa y hacen otra.

Si el asunto es grave, mejor dicho, gravísimo, lo debe ser sin perjuicio de donde se produzcan los hechos

La escasez de recursos, por un lado, pero, sobre todo, la falta de voluntad política deja desamparados a niños en manos de redes de explotación sexual que deberían ser investigadas. Pero también hay que indagar en la actuación de la Administración, de su personal y responsables. Pero, está claro que eso, a según quién, no le interesa.

Hay que protegerles y resolver un problema que, por más que lo intenten ocultar, no dejará de estar ahí. Y nosotros, como sociedad, somos responsable de poner fin a la prostitución de menores y debemos exigir que se establezcan los mecanismos de control y denuncia para que eso no ocurra.

Todos los políticos deberían tomar nota, al menos en el mensaje que se debe difundir a la población, porque se olvidan de la ejemplaridad. ¿Qué enseñanza les estamos dando a los cerca de 50.000 menores protegidos por el sistema público español, de los cuales casi la mitad viven en familias y la otra mitad en centros de acogida?

Por desgracia, todo lo relacionado con este turbio asunto lo podemos resumir en: incongruencia y una absoluta falta de ética y moral. O siendo más literarios, en el extraño caso de Dr. Jeckyll y Mr. Hyde.