Las Islas Baleares pueden jugar un papel fundamental en la conservación del Mar Mediterráneo. Es mi opinión, la de Alnitak, y creo que la de muchas personas dedicadas a las políticas de conservación de la biodiversidad marina y las estrategias de desarrollo sostenible como la Fundación Marilles.

En primer lugar, las Islas Baleares siguen siendo un paraíso natural y cultural asentado sobre un punto caliente de biodiversidad. A pesar de la importante presión que ejercen sobre sus ecosistemas sectores como el turismo masivo, el transporte, la agricultura o la pesca, las Baleares siguen ofreciéndonos unos tesoros naturales y culturales fuera de lo común como el Parque Nacional Marítimo Terrestre del archipiélago de Cabrera o los Parques naturales de s’Albufera de Mallorca, Mondragó o de s’Albufera des Grau. La mar es muy agradecida, y siempre que conseguimos conciliar nuestro desarrollo económico con su conservación, los resultados parecen casi mágicos.

Lo importante es que lleguemos a esa conciliación antes de llegar a un punto de no retorno. En este respecto, lo positivo de las Baleares es que algunos de los principales pilares de la economía y del desarrollo de las islas dependen directamente de que sigamos teniendo agua potable, calas con aguas cristalinas, buen pescado, buenas hortalizas, tesoros por descubrir, y playas y montes libres de basuraleza.

Otro valor importante de las islas está en el alto nivel de sectores como el turismo, la pesca o la ciencia marina. En la próxima Conferencia para los Océanos de Naciones Unidas que se celebrará en el mes de junio en Lisboa, habrá varios representantes de instituciones y empresas de Baleares. Si encontramos aquí una solución a un problema concreto, es muy factible replicar la solución a nivel internacional. Es lo que estamos intentando conseguir en la actualidad con el proyecto “Oasis”, en el que trabajan Alnitak, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos (USFWS), la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) que colaboran junto a otras alianzas de la red del Proyecto LIBERA con SOCIB, los pescadores profesionales y recreativos y los navegantes para encontrar soluciones a la problemática alarmante de las basuras marinas, la pesca ilegal y la pesca fantasma.

Y las soluciones existen. Ahora, tristemente nos enfrentamos con una lacra como son las basuras marinas. Nuestros hijos, en vez de recoger conchas en la playa, recogen plásticos y colillas. Pero hace tres décadas, cuando iniciábamos nuestro trabajo en el Mediterráneo, una de las principales lacras era el alquitrán, que amenazaba la vida en la mar y nos manchaba las playas. Ahora, en el Mediterráneo, ya no nos manchamos con alquitrán, gracias a la ciencia, y a una adecuada implementación de unos marcos legales, que ya existen en su mayor parte, podremos cambiar esta situación. Y la mar nos lo pagará con creces.

Para mí, sin lugar a duda, cualquier gestión debe asentarse sobre una base científica, pero creo que muchas veces el obstáculo para avanzar está en el hecho de que científicos y ecologistas hagamos nuestra la conservación del medio ambiente, y esto nos lleva a enfrentarnos con aquellos que pueden y deben adoptar soluciones. Hemos visto ya en multitud de casos que las soluciones se encuentran cuando se sientan en la mesa las autoridades competentes, los investigadores y todos los demás “accionistas”, pescadores, marinos, centros de buceo, asociaciones de navegantes, navieras, etc. Trabajando juntos para una solución.

Esto, en las Islas Baleares lo tenemos al alcance de la mano de una manera mucho más sencilla que en otras regiones donde trabajamos, en las que nos enfrentamos a otros grandes retos como las hambrunas, las guerras o los sectores que no necesitan ni se preocupan de que la mar siga siendo azul. Aprovechémonos de tenerlo al alcance de mano para no dejar escapar nunca esta oportunidad.