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HOJA DE CALENDARIO

Pedro Villalar

Guerras perversas

Las dos guerras mundiales fueron brutales enfrentamientos entre nacionalismos inflamados, competiciones por la hegemonía y la influencia, pero también rivalidades ideológicas basadas en visiones del mundo y de la sociedad opuestas. La guerra de los Balcanes, por su parte, fue consecuencia de la arbitrariedad de un sistema de equilibrios que había construido un régimen artificial en que las diferencias internas no se habían resuelto sino al contrario. Pero esta guerra absurda recién abierta por Moscú contra una de las antiguas repúblicas de la URSS no tiene, por mucho que se busque, un verdadero fundamento racional.

La invasión de Ucrania por Putin es un juego bélico decidido por un sátrapa que se ha instalado sobre las cenizas del antiguo comunismo y que, para legitimarse, ha construido un burdo remedo de los sistemas parlamentarios occidentales. No hay libertades civiles, por lo que la representación política no es real, y ha organizado un acervo jurídico que concentra en sus manos todo el poder indefinidamente. Y sin provocación alguna, ha iniciado una guerra porque los «nazis» –dice textualmente el demócrata Putin- que gobiernan Ucrania se niegan a garantizar que su país no ingresará en la OTAN.

Se trata, en fin, de una guerra absurda, que costará miles de vidas, que empobrecerá a Oriente y a Occidente, que obligará a un rearme general y oneroso y que en definitiva reducirá el bienestar en todo el planeta. Si se piensa además que esta es una de las guerras que no pueden ganarse (ni perderse), se entenderá mejor la barbaridad.

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