Hay muchas cosas que suceden ante nuestros ojos de forma casi invisible. Hay mucho que sucede en el mundo agrario que pasa inadvertido ante el conjunto de la sociedad, pero que resulta imprescindible para que la agricultura se haya perpetuado durante miles de años. Siempre he dicho que el trabajo del pagès tiene algo que se asemeja mucho con el trabajo del investigador: persistencia con una alta dosis de esperanza. Hoy hablamos de una parte invisible de todo este mundo agrario esencial. Hablamos casi del corazón de la actividad agraria. Hablamos de variedades locales y hablamos de su recuperación, y para visibilizar todo esto, no veo mejor manera que nombrarlo y nombrarlos.

Lletuga negra, banya de cabra, citró coent, pèsol blau, pinya de col, mongeta palaueta, tomata pit de dona, síndria llarga, lletuga blava, alzina dolça, pebre banya de cabra blanc, pèsol blanc nano... Todos estos son algunos de los nombres de las variedades locales inscritas en el Catálogo de Variedades Locales de Interés Agrario de las Islas Baleares, que se creó mediante Decreto en el año 2018. El trabajo en estos tres años ha sido ingente. Cualquiera que lo conociera de cerca diría casi que titánico. Hoy tenemos 263 variedades locales inscritas. Todas estas variedades son la representación viva de la memoria, el conocimiento y la sabiduría de generaciones y generaciones de pagesos de Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera, que con su inteligencia y su saber hacer, fueron conservando, pero también adaptando y mejorando, cada una de las producciones al entorno agroclimático que les rodeaba, pero también, no lo olvidemos, a sus propios intereses de productividad, calidad, o sabor. Como ven, en esta labor hay muchísimo de actitud investigadora. Detrás de este logro hay gente de ahora como Cati Vaquer, Joan Garcíes, Toni Sureda, Toni Feliu, Miquel Villalonga, Andreu Adrover, Miquel Angel Lobo, Tomeu Domenge, Xesc Nicolau y otros muchos agricultores y agricultoras, que son a su vez multiplicadores, y que continúan plantando, conservando y extendiendo esta herencia. Sin ellos, todo este patrimonio común que representan las variedades locales hubiera desaparecido probablemente hace décadas.

Pero el milagro no acaba aquí. Además, tenemos imprescindibles como Aina, Guillem, Nofre, Mari Bel, o María y tantos otros, que dinamizan los grupos, los proyectos, y las asociaciones, que con empeño decidieron poner su esfuerzo en esta parte invisible del sector agrario.

Finalmente nos queda la artesanía investigadora aplicada a esta labor, donde confluyen pagesos, dinamizadores, multiplicadoras, multiplicadores, técnicos, y sin duda, gente como Joana y Carmen, técnicas del IRFAP que vuelcan una parte esencial de su riguroso trabajo en este objetivo. Detrás de cada variedad hay un trabajo de prospección de campo. Hay un trabajo de caracterización morfológica, y en ocasiones genética para demostrar que realmente es una variedad distinta a todas las demás. Hay un trabajo de descripción de los caracteres y, finalmente, todo el proceso para que estas variedades puedan inscribirse en el Registro de Variedades Comerciales que se gestiona desde el Ministerio y que es un paso imprescindible para poder comercializarlas y extender su consumo. Si no logramos que el consumidor las conozca y las demande, el trabajo no se completará.

El lunes celebramos la sexta reunión de la Comisión de Variedades Locales de las Illes Balears, y después de revisar toda la documentación previa y a medida que avanzaba la reunión, estaba absolutamente maravillado. Hemos aprobado 4 nuevas memorias técnicas de nuevas variedades. Hemos aprobado la inclusión de 15 nuevas variedades ibicencas en el catálogo de variedades locales. Hemos aprobado la solicitud de inscripción al Registro de Variedades Comerciales en la categoría de Descripción Oficial Reconocida del Ministerio de otras 20 variedades locales de algarrobo. Hemos solicitado la inscripción al mismo Registro de otras 8 variedades. ¿No les parece un milagro?