Había bastante escepticismo y hasta incredulidad sobre la decisión del Consell de rebajar el límite de velocidad desde los 120 kilómetros hora hasta los 80 en la Vía de Cintura de Palma. La medida entró en vigor el primero de febrero siendo contestada con especial insistencia por parte de colectivos profesionales ligados a la conducción, como transportistas y taxistas.

Sin embargo, transcurrida apenas una semana de su puesta en funcionamiento, el cambio deja ya unos resultados de claro signo positivo. El tráfico en la Vía de Cintura no ha perdido fluidez, es más amable y casa mucho mejor con el compromiso, inexcusable ya, de reducir las emisiones de gases que perjudican al medio ambiente.

Aplicar la reducción de velocidad en la circulación de Palma ha sido, por fortuna, más fácil de lo esperado. La conducción en ella se ha vuelto más racional y se ha implantado, prácticamente de modo natural, un nuevo hábito de comportamiento entre los conductores en el que llama la atención quien no sujeta el vehículo al nuevo límite, del mismo modo en que lo hace quien anda por la calle sin mascarilla.

Es verdad que dejando el tope de velocidad en 80 kilómetros a la hora en la Vía de Cintura no se resuelven todos los problemas de acceso a Palma ni las conexiones de la capital con el resto de la isla. En todo caso, la decisión tomada se contrapone en sentido positivo a la alternativa que no sería otra que la de más carriles, más consumo de territorio y más contaminación en una isla ya de sobras saturada.

Por otro lado, la reducción aplicada liga mejor con la reciente disposición que deja en 30 kilómetros a la hora el máximo de velocidad autorizada en buena parte del casco urbano de Palma.

El Consell ha hecho una apuesta decida y valiente que cabe saludar con satisfacción, mucho más si se complementa con la consolidación del nuevo anuncio realizado por su responsable de Movilidad, Iván Sevillano. La institución insular se plantea ahora la habilitación de carriles prioritarios en las autopistas de entrada a Palma, en la línea de las reivindicaciones hechas por los gremios profesionales de conductores. Son las vías conocidas con la denominación de BUS-VAO reservadas a transporte público, mercancías, pasajeros y también coches compartidos. Resulta imprescindible seguir avanzando en la humanización del tráfico en Mallorca y en el progreso de la conexión compatible entre movilidad pública y privada.

Pero el mismo Consell ha dado una de cal y otra de arena esta semana. Mientras saldaba con éxito el control de velocidad en la Vía de Cintura se empeñaba en instalar marges prefabricados, «por seguridad y rapidez» en la carretera Ma-11, en un tramo con numerosas curvas, a unos 150 metros de la boca norte del túnel de Sóller.

La humanización del tráfico también pasa por integrarlo lo mejor posible en el paisaje, el respeto a los usos tradicionales de la tierra y la profesionalidad de colectivos tan singulares y exclusivos como los margers, mucho más cuando el lugar está incorporado en un espacio natural reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Eso no lo ha tenido en cuenta el conseller Sevillano, que también ha cometido la imprudencia de molestarse cuando se ha contentado la instalación de los bloques de hormigón, un trabajo que reclama rectificación.