Leo en el diario del pasado día 22 una carta firmada por Antoni Bujosa, que comenta una mía de unos días antes. Sin ánimo de iniciar una polémica interminable, sí que le ruego me permita puntualizar un par de conceptos al referido señor Bujosa, ya que a la vista está que no ha entendido nada.

A mí no es que me guste pagar cinco euros para cruzar el túnel, lo que ocurre es que si para ahorrarme esos cinco euros (diez si se va y se vuelve) la Hacienda pública debe abonar quince millones euros a la empresa concesionaria, millones que en su parte alícuota he pagado con mis impuestos, pues tengo que mostrar mi desacuerdo ante el modo en que algún político demagogo se gasta el dinero, que podría emplearse en asuntos mucho más urgentes y necesarios. Estoy segura de que la citada concesionaria debe de estar estos días aplaudiendo con las orejas ante la posibilidad de semejante trinque monumental, sin hacer otra cosa que extender la mano.

Los ingleses tienen un dicho que reza, más o menos "Una comida gratis? / No existe tal cosa", queriendo significar que si alguien te invita a comer (o a pasar por un túnel) sus motivos tendrá. Todas las cosas valen dinero y no todo (casi nada) de lo que aparentemente es gratis lo es realmente. Por ejemplo, es frecuente oír que la Sanidad pública en España es gratuita. De eso nada, la hemos pagado previamente con lo que nos quitan de la nómina. Otro tanto ocurre con las pensiones, no salen de la benevolencia del Gobierno, sino de los impuestos que todos pagamos. Pues el túnel de Sóller es lo mismo. Algunos, espero que muchos, preferimos, sin duda, pagar cinco euros cuando cruzamos ocasionalmente por allí (ya que los únicos que cruzan a diario son los de Sóller, y esos ya lo tienen gratis), y que los quince millones referidos se empleen en cosas más necesarias, como sanidad, educación, carreteras o pensiones, sobre todo teniendo en cuenta que dentro de cinco años caduca la concesión y entonces sí que será, realmente, gratis.