Un conductor de 79 años perdió la vida el jueves al ser arrollado su coche por el tren en el paso a nivel próximo a la estación de Verge de Lluc. Tres días después del suceso nadie ha podido explicar por qué las barreras estaban levantadas ni el motivo por el cual tampoco surtieron efecto los otros elementos de alarma y prevención que hubieran podido evitar la irreparable tragedia.

El Govern reclama prudencia y remite a una investigación tras la cual se adoptarán las medidas oportunas y, si se da el caso, según el portavoz Marc Pons, se procederá a una revisión de los pasos a nivel del sistema ferroviario de Mallorca.

El accidente del jueves resulta grave en su propia naturaleza porque ha costado la vida de una persona y se ha producido en unas circunstancias y entorno que elevan el nivel de preocupación sobre lo ocurrido y el funcionamiento, o más bien las lagunas y carencias de los trenes que desde Palma se dirigen a Manacor y Sa Pobla o viceversa.

El convoy circulaba a una velocidad incluso inferior a la autorizada en el punto sensible en el que se produjo la tragedia. Algunos vecinos y transeúntes habituales del lugar señalan que las barreras de este y otros pasos a nivel se quedan muchas veces sin bajar cuando pasa el tren, una anomalía denunciada, pero sin efecto alguno. Cabrá determinar cuanto antes si realmente ha habido negligencia y si se han cumplido los protocolos establecidos porque, evidentemente, con la seguridad no se puede ni se debe jugar.

Al día siguiente del accidente de Verge de Lluc, el comité de empresa de Serveis Ferroviaris de Mallorca emitía un comunicado pidiendo que no se obviara la reducción de personal que padece la empresa y la presión que se ejerce sobre los maquinistas a la hora de indagar las verdaderas causas del siniestro. La situación de los trabajadores de SFM ha sido puesta en conocimiento de la Inspección de Trabajo, quien ha instado a normalizar plantillas y turnos de servicio.

El estado del tren en Mallorca se ha vuelto insoportable. Desde que se restablecieran las líneas de Sa Pobla y Manacor su historia se cuenta mucho más por percances y lesiones que por normalidad y eficacia en el servicio. En 2002 el tren se empotró en la misma estación de Sa Pobla, en 2004 y 2010 hubo dos descarrilamientos con heridos entre Petra y Sineu, y ahora el accidente mortal de Verge de Lluc, todo ello sin contar las ya rutinarias interrupciones del servicio por fallos mecánicos en las locomotoras o en los sistema de control de los convoyes. Son dos simples líneas que en principio no deberían presentar problema alguno y en las que los accidentes, que siempre son posibles, deberían quedar como algo excepcional, fortuito o inevitable.

Mallorca tiene derecho y necesidad de un transporte público de calidad, exento de riesgos y complementario del vehículo privado. Dentro de él, el cuidado y puesta al día del ferrocarril se antoja prioritario y un buen remedio para contrarrestar la saturación viaria que padece la isla.

No se puede caer en la tentación de arrinconar el tren parcialmente electrificado bajo el pretexto de que se ha vuelto obsoleto y peligroso. Se trata de ponerlo al día y de dotarlo de los elementos tecnológicos disponibles para que los usuarios puedan servirse de él con comodidad y eficacia. Por supuesto, ello requiere inversión, que se habrá de exigir de los convenios ferroviarios estacionados en Madrid.