Una vez más una muestra interesante de nuestro patrimonio está en peligro de desaparición.

Recientemente hemos podido leer en la prensa la noticia de la posible demolición del edificio de la calle Aragón, Can Bibiloni, cuyo arquitecto fue mi abuelo, Gaspar Bennazar, y también hemos podido seguir los esfuerzos de ARCA para protegerlo. En mi caso, me decido a escribir las presentes líneas para defender el legado de s'Arquitecte por pura coherencia con mi larga dedicación a su estudio, y porque esa dedicación me hace ser cada vez más admiradora de su obra que, en tanta cantidad y con tanta calidad, se hace presente en nuestra calles y espacios públicos.

El edificio, rotulado como Garaje Bibiloni, fue construido en 1928. Su fachada principal, que aún hoy se conserva, se situó en la calle Aragón, y la fachada trasera correspondía a la calle Nuredduna, llamada antiguamente de Pi Margall. Los periódicos locales ofrecieron en su momento fotografías del desarrollo de las obras. En la actualidad, aunque seccionado y desvirtuado, Can Bibiloni es una de las poquísimas muestras de arquitectura industrial que se conservan en nuestra ciudad. Ahora la comisión de Centro Histórico rechaza la protección de la fachada porque sólo queda un 10% del original. El argumento, defendido por la arqueóloga, Magdalena Riera y sorprendentemente por el Colegio de Arquitectos, es, a mi juicio, lastimoso. Siguiendo este criterio se abriría una peligrosa puerta que daría acceso a la posibilidad de "liberarse" de cualquier valor patrimonial por la vía de una destrucción parcelada, o podríamos echar a la basura cualquier pieza arqueológica que no estuviera completa?

Aunque muchas veces no pueda compartirlas, si se emiten desde la objetividad, he de respetar las diferentes opiniones que puedan valorar la tarea arquitectónica que realizó mi abuelo a lo largo de treinta y tres años de ejercicio profesional, una objetividad que me permito poner en duda en el caso de la arqueóloga, señora Riera, la cual, en el documental Bennazar, s'Arquitecte de Palma, ya expresó con un desprecio que no alcanzo a comprender lindezas como "nos hubiera venido muy grande" el magnífico parque, situado entre Bellver y Santa Catalina, que Gaspar Bennazar proyectó en 1916 en su Plan de Reforma de Palma, un parque que incluía un lago en su interior, además de museos, biblioteca, zoológico, teatro de verano, velódromo, parque de atracciones, restaurantes, etc. y que, de ser realizado, hubiera sido un magnífico pulmón verde para la ciudad; "no se conoce, por suerte, un catálogo completo de las obras de Bennazar", o "ser una obra de Gaspar Bennazar no es un valor añadido, no es un marchamo de calidad". Sinceramente, prefiero no entrar a valorar la pobreza de dichos comentarios? pero no parecen revestidos de imparcialidad. En todo caso pienso que la autoría del arquitecto Gaspar Bennazar sí da un valor añadido al edificio de Can Bibiloni cuya prestancia, a pesar de dedicarse a una función comercial, marca con fuerza la manzana que ocupa en la calle Aragón.

Dado que una de las características reconocidas de los edificios de s'Arquitecte es su capacidad de ser reconvertidos con facilidad para adaptarlos a usos diferentes de los que tuvo en origen basta recordar el antiguo Matadero, hoy llamado s'Escorxador, o el edificio del Cine Born, que, sin perder ninguno de sus elementos arquitectónicos, próximamente será un espectacular comercio me atrevo a sugerir que se adopten las medidas necesarias para que en Can Bibiloni suceda algo semejante. Ciertamente la valoración de los edificios industriales o comerciales es reciente y demuestra un desarrollo cultural que va ganando posiciones con dificultad, pero estoy convencida de que Palma no se merece quedar atrás en un tema de esta importancia. Aprendamos de errores pasados. Recordemos es Pont d'es Tren. No dejemos que vuelva a suceder algo de lo que podamos arrepentirnos en un futuro.

Existen los planos, se puede reconstruir, por lo menos, su fachada principal, y se puede integrar en un proyecto que estéticamente se acople a los legítimos deseos de sus propietarios. Para eso solo se necesitan dos premisas: acierto en el diseño y voluntad de todas las partes implicadas.

Quiero acabar transcribiendo unas palabras del propio Gaspar Bennazar, pronunciadas en la sede de la Asociación de la Prensa, en 1912, en la conferencia Reforma de Palma. Notas sobre la misma y prólogo de una idea sobre turismo:

"Yo emplazo, yo invito a los representantes de la ciudad, al público todo, a demostrar con actos que hay espíritu de progreso; que los intereses particulares no deben exagerarse en perjuicio de los públicos, y a demostrar también un valor grande, moral, en la lucha que se avecina.

Hay que salvar los derechos de todos, pero ¡de todos! públicos y privados y hay que saber cumplir con religiosa pulcritud las leyes que nos rigen".

No puedo menos que compartir totalmente los deseos de mi abuelo.