Es la historia del lobo con piel de oveja, pero no tiene nada de fábula. Tampoco de película de terror porque, por desgracia, responde a la realidad y sumerge en el estupor y la incredulidad a quien se percata de ella, en la medida que va adquiriendo conciencia del mayor efecto nocivo que puede tener sobre la adolescencia conflictiva, o difícil, la agresión y la provocación por parte de quien, por contra, debía ocuparse de su seguridad y protección.

La fiscalía ha presentado denuncia penal contra cuatro guardias de seguridad de es Pinaret por agresión a menores ingresados en el centro. Pertenecen a una empresa privada contratada por el Govern para realizar las labores de vigilancia en el complejo de menores sujetos a vigilancia y control jurídico. Los trabajadores denunciados se declaraban seguidores de ideologías neonazis y exhibían comportamientos afines con ellas. Se autodenominaban "La Camada" y habían instalado el miedo y un clima de agresividad entre trabajadores y residentes de es Pinaret, hasta el extremo de provocar un repunte de las bajas por enfermedad y depresión.

La primera pregunta es porqué individuos que reúnen tales condiciones pueden llegar a integrar una plantilla de guardias de seguridad y trabajar en unas instalaciones públicas especialmente delicadas y sensibles como las de es Pinaret. Algo, de grueso calado, está fallando cuando no se logra detectar a tiempo y neutralizar estas situaciones.

Las investigaciones de la fiscalía le llegan a atribuir a los denunciados, de entrada, presuntos delitos de coacciones, lesiones y amenazas a internos y a compañeros de trabajo. También llama la atención que el Govern, al tener conocimiento de tan graves hechos, reclamara a la empresa, con buen criterio, que retirara a estos guardias del centro pero que después, tras un tiempo de sanción, no pudiera impedir que regresaran a él. Quizás haya algo de desidia y mengua de exigencia necesaria en tal proceso. ¿Mantendría usted el contrato con quien desestabiliza lo que debería salvaguardar?

Es Pinaret, conflictivo y difícil desde la propia naturaleza y circunstancias de quienes están ingresados en él, necesita cualquier cosa excepto hechos como los descritos en la demanda de la fiscalía. De ahí la gravedad y trascendencia de lo ocurrido. No quedará más remedio que exigir un plus de garantía y solvencia a quienes despliegan tareas profesionales de seguridad en espacios especialmente delicados. De lo contrario, ocurren cosas como las vividas en el centro de menores de Marratxí, la ayuda se vuelve carga y se retrocede en la corrección perseguida. También, de paso, se deja en mala posición a la empresa contratada y a la Administración que ha depositado y confiado en ella parte de las responsabilidades y competencias que le son propias.