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¡Petróleo!

En 1964 se descubrió petróleo en un pueblo perdido de Burgos. El pueblo se llamaba Valdeajos y de repente todo el mundo empezó a hablar de aquel villorrio que nadie sabría situar en un mapa. "¡Se ha encontrado petróleo en España! ¡Se ha encontrado petróleo en España!", clamaba el director de nuestro colegio, cuando nos daba sus charlas matinales, con unos gritos que se parecían mucho a los de los niños que cantaban los números ganadores de la lotería. Uno de nuestros compañeros tenía un atlas de España y todos fuimos como locos a buscar el nombre mágico „¡Valdeajos, Valdeajos!„, pero no logramos encontrarlo por ninguna parte. ¿Tan pequeño era que ni siquiera venía en el mapa? De todos modos, aquel nombre que simbolizaba lo que siempre habíamos pensado que era nuestro país „un triste páramo donde sólo crecían los ajos„ cambió por completo de la noche a la mañana. Y a partir del día que supimos que allí se había encontrado petróleo, empezamos a imaginar que ese nombre milagroso nos iba a convertir en muy poco tiempo en un país moderno y eficiente y muy rico. Aquí hemos sido siempre así de crédulos. Basta pensar en la forma en que mucha gente recibió la proclamación de la II República o se tragó la propaganda de Franco sobre los 25 años de paz. Y basta pensar en los que sueñan ahora con la independencia de Cataluña.

Como era de esperar, el petróleo de Valdeajos no duró nada. Se hicieron más prospecciones, se abrieron más pozos en los alrededores, pero no sirvió de nada. Los depósitos se agotaron enseguida, y si no fue así, estaban a demasiada profundidad, así que no salía rentable explotarlos. A los pocos meses ya nadie volvió a hablar de Valdeajos y nuestro director volvió a dar sus charlas matutinas sobre los temas habituales: "Contra pereza, diligencia", "Mens sana in corpore sano", el campeonato provincial de balonmano o el concurso de redacción de Coca-Cola€ Y poco a poco, el nombre de Valdeajos pasó a ser uno de esos nombres que salían cada cierto tiempo en los periódicos porque representaban los sueños perdidos y las oportunidades echadas a perder o las efemérides melancólicos, como aquel ganador de una quiniela de catorce que había tenido que volver a trabajar de pastor, después de haber derrochado el dinero en unos pocos años de vida loca, o aquella entrevista al último veterano de la guerra de Cuba que quedaba vivo (y que por entonces ya tenía 90 años), y que recordaba la disentería y la fiebre y el hambre que pasó allí, aunque tampoco había podido olvidar a las mujeres cubanas, que eran muy guapas (y aquí el periodista nos contaba que el veterano, pese a su provecta edad, "esbozaba aún una pícara sonrisa".

Me he acordado de Valdeajos „¿se acordaba alguien de ese lugar?„ cuando he leído las noticias sobre las prospecciones que quieren realizar en aguas de Mallorca varias empresas petrolíferas, una canadiense y otra noruega, creo. Lo curioso del caso es que la empresa que hizo las prospecciones del petróleo de Valdeajos era CAMPSA, una empresa nacionalizada que habría estado obligada por ley a destinar una gran parte de sus beneficios al erario público. Y eso, que conste, ocurría durante el franquismo. Ahora, en cambio, las empresas que están buscando petróleo son privadas y es muy posible que tengan su domicilio fiscal en Irlanda, o peor aún, en Macao o en las islas Caymán, de modo que no van a pagar ni una misérrima parte de lo que debieran tributar por sus beneficios. Y por supuesto, si hubiera un vertido o se produjera un accidente y las playas se llenaran de chapapote, seríamos nosotros los que tendríamos que pagar los gastos, porque las empresas extractoras encontrarían mil formas de eludir su responsabilidad o de dilatar los procesos hasta el año 2666, por poner un título de novela de Bolaño. Así funciona la nueva lógica económica. Y sí, ya sé que los barcos petroleros que navegan todos los días ante nuestras narices son bastante más peligrosos y nadie dice nada.

Lo peor de esta historia es que demuestra que seguimos atrapados en un modelo económico muy incierto. La industria ha desaparecido igual que desapareció el petróleo de Valdeajos, y el turismo no es una actividad que permita sostener por sí misma toda la economía de Balears (y del resto del país, si a eso vamos). Y por eso imagino que hay gente que sueña con que alguien pueda gritar "¡Petróleo! ¡Petróleo!", como hacía el director de nuestro colegio.

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