Cuando empezó la crisis y todas las empresas bajaron facturación, las funerarias tuvieron buenos resultados. Pensamos: «Hay sectores que siempre tienen actividad. La gente se va a seguir muriendo igual». Cinco años después, la gente no muere igual, sino por debajo de las previsiones y más barato y la Sociedad Mixta de Servicios Funerarios de Madrid cerrará el año con 1,9 millones de euros de pérdidas. La funeraria, palma. Hablamos de Madrid, que no es un sitio donde se esté acabando la gente que se pueda morir y, sin embargo, la muerte ha entrado en atonía, ha perdido vitalidad. Hicieron previsiones sobre lo que se solía ir muriendo la gente y, por lo que sea, mueren menos. ¿Será la solidaridad familiar? «Cómo me voy a morir ahora si la pensión es la única renta segura de esta familia». La crisis no deja descansar en paz.

También hay menos alegría en el consumo funerario y se demandan servicios más económicos. Ya no se hacen las cajas que se hacían porque ya no se venden las cajas que se vendían. Los madrileños ya no mueren por encima de sus posibilidades. En la vida hay bienes y servicios «low cost» pero no en la muerte. No se ha inventado el entierro barato: no hay vuelos baratos al más allá y la mortaja no tiene rebaja, ni saldo, ni descuento, ni semana fantástica, ni «black friday». Ahí hay un nicho de mercado. Como ya nadie sabe qué va a pasar mañana, se hacen menos enterramientos a 99 años. Estamos acostumbrándonos a vivir al día y a pensar a corto plazo. Si no hay crédito para la primera vivienda ¿Cómo lo va a haber para la última morada, la morada negra, la murienda? Los muertos son para toda la vida pero pagar hoy por una sepultura a 99 años, que no vas a vivir, es tener dinero enterrado. Con todo, la funeraria madrileña sólo puede culpar de sus resultados a una mala gestión. Sus directivos, muy vivos, se han subido el sueldo.