Tiene al PSOE en sus manos. Es quien decidirá cuándo y cómo este gran profesional de la intriga, Alfredo Pérez Rubalcaba, desaparecerá de escena. Susana Díaz es el nuevo poder en el partido socialista. Cuarenta años después del congreso que aupó a Felipe González, emerge nuevamente con enorme potencia el poder andaluz. Esta vez no ha hecho falta un congreso, todo a su tiempo, ha bastado una denominada conferencia política para que la presidenta de la Junta de Andalucía, de aquí un par de semanas secretaria general del PSOE andaluz, deje nítidamente establecido que es ella la que hace y deshace, que será el socialismo del sur el que establecerá quién ha de ser el futuro líder del partido.

Puede que Rubalcaba otee la tierra prometida, pero es seguro que no la hollará. Andalucía ha descartado al secretario general. Cuánto ha de agradecer el socialismo español la actuación de José Antonio Griñán: ha neutralizado a Rubalcaba con sus mismas herramientas. Renunciando tanto a la presidencia de la Junta como a la dirección del PSOE de Andalucía lo ha dejado a la intemperie. Cuando abandone la presidencia del partido será la señal para que quien ha exclamado que el PSOE ha vuelto, se vea obligado a dejarlo. Griñán, a quien la juez Alaya tal vez ha hecho anticipar el calendario, ha alumbrado a la que es sin duda la figura en la que se mira el PSOE. No se sabe si aspirará a todo. Sí hay constancia de lo que Susana Díaz quiere que sea el partido. Lo sobresaliente de la conferencia política es obra suya. Pobre Ramón Jáuregui, uno de los dinosaurios del PSOE, organizador de lo que debía ser la asamblea y no ha sido, teniendo que tragar la denuncia del Concordato. Tampoco salen bien parados los que aspiran a un partido compartimentado, como los socialistas de Balears, que han visto cómo Andalucía impone un discurso nacional proclamando el orgullo de ser españoles. Difícil lo tiene Armengol, que presidió la conferencia porque Díaz no aceptó el ofrecimiento de Rubalcaba, para mantener el relato nacionalista que acostumbra.

Tras la conferencia arriba el comité federal en el que se establecerá la fecha de las primarias. También es Susana Díaz la que marca los tiempos. Seguramente serán después de las elecciones europeas de mayo, hacia los inicios del otoño de 2014, mucho antes de lo que aspiraba Rubalcaba, partidario de situarlas más allá de las autonómicas y municipales de 2015. Quería ganar tiempo; en una de sus clásicas artimañas ver si podía maniobrar para ser el candidato. Díaz le ha liquidado la pretensión, además de indicarle que no se cuenta con él. Le queda la esperanza de un buen resultado en las europeas, una quimera, incluso situarse por encima del PP, y cargarse de razones para presentar su candidatura. Nada de eso sucederá, porque Susana Díaz seguramente ya tiene candidato o candidata. Carmen Chacón o Eduardo Madina. Es otro tiempo el que se ha iniciado en el PSOE. No es el de Rubalcaba ni de quienes han sido protagonistas de la era Zapatero, saldada con el estrepitoso fracaso de la economía, que arrasó con todo. Susana Díaz se dispone a jubilar a una generación entera de socialistas. Las primarias marcarán el momento en que dejarán de ser protagonistas.

Lo que no hay forma de saber es si el PSOE podrá superar el enorme descrédito que ha acumulado ante los españoles. Con Rubalcaba es evidente que no, por lo que la etapa que todavía le queda, será un trasunto de lo que se ha vivido hasta ahora: la inacción, la ausencia de músculo y, sobre todo, el descreimiento. Nada puede hacer el PSOE mientras se visualice en Rubalcaba. Lo sabe Susana Díaz, de ahí que le haya acotado el tiempo. En el comité federal se diseñarán los funerales con los que va a ser despedido. Sabrá cómo se le agradecerán los servicios prestados y conocerá cuáles serán las características de su retiro. Mientras tanto, tendrá que cerrarse la brecha abierta con el socialismo catalán. Pere Navarro parece haber entendido cuál es el nuevo tiempo, por lo que probablemente se pondrá mayor sordina al derecho a decidir dejando que los nacionalistas del PSC progresivamente se marchen o cierren la boca indefinidamente. Navarro ha de asumir lo que ha dicho la conferencia: la unidad de España no se somete a debate. Tampoco el "somos socialistas, no nacionalistas".

Servirá todo eso, el indudable giro a la izquierda, que se verá si es pura retórica, para que se haga realidad el desesperado grito de Rubalcaba: "El PSOE ha vuelto". Hay mucho, muchísimo plomo en las alas del partido. El tosco dirigente de IU, Cayo Lara (¿dónde pretende ir la coalición con semejante personaje al frente?), ha descalificado cualquier pretensión socialista de virar a la izquierda. La teme. También en el PP aseguran que el PSOE les deja expedito el centro político. Debe ser que no las tienen todas consigo. Pero falta lo esencial: saber quién va a ser la persona que encarne el cambio. A lo mejor Susana Díaz está madurando la decisión de encaramarse al liderato. En la España de fin de régimen nada es imposible.