Bien acogidas han sido las palabras del Papa en el distendido diálogo que tuvo a su regreso de Brasil en el avión con un grupo de periodistas, aunque las interpretaciones que se han hecho no siempre han parecido acertadas.

El pontífice está promoviendo una renovación positiva, pero algunos proyectan expectativas sobre posibles cambios que no son realizables. El Papa no ejerce una autoridad absoluta, sino que está sujeto a las enseñanzas de la Escritura y de la tradición de la Iglesia, y por eso, alguna pregunta como la del periodista que interrogó a Jorge Bergoglio sobre su posición ante el sacerdocio de la mujer, no podía hallar otra respuesta que en sentido negativo, puesto que hay razones teológicas que hacen del todo imposible la ordenación femenina, lo cual como recordó el Papa no supone que la Iglesia margine a la mujer, pues está muy considerada, y de hecho no olvidemos que la cristiana más grande es una mujer: la Virgen.

También algunos han interpretado en sentido equívoco la respuesta del papa Francisco sobre la cuestión de la homosexualidad, como si fuera la apertura a otro planteamiento distinto de la valoración moral tradicional por parte de la Iglesia en relación a este tema, cuando lo único que ha hecho el Papa es recoger el sentido de siempre, en el que basándose en la Biblia, rechaza las conductas homosexuales, pero mira con afecto a quienes sienten esa tendencia en el deseo de su conversión.

Precisamente invitando a no lapidar fácilmente al prójimo, el vicario de Cristo dijo: "Puede haber pecados de juventud, pero Dios los perdona y los olvida. Nosotros debemos hacer lo mismo".

El papa Francisco habla claro, y cuando hay que defender, defiende, e igualmente cuando hay que hacer autocrítica la hace, y así se entienden palabras como las que dijo al señalar: "Hay muchos santos en la curia. También otros que no lo son".

El Papa regresaba de la Jornada Mundial de la Juventud que ha llegado a congregar a más de tres millones y medio de personas, y ha suscitado un grandísimo interés mediático que ha permitido que sea vista por una cantidad ingente de millones de personas en todo el mundo, lo que continúa en la línea exitosa de sus dos predecesores, y sitúa a esta jornada juvenil como un medio de evangelización de primer orden, que bien merece el esfuerzo humano, organizativo y económico que su desarrollo implica.

El papa Francisco, dirigiéndose a los jóvenes y a todos, ha animado a redescubrir la fe, que es como una brújula que marca la mejor dirección en la vida, dándole un sabor nuevo en la alegría del amor de Dios y en la esperanza del cielo, y ha invitado a "salir a la calle" para acercar a la gente a la Iglesia.

Además, desde la luz de la fe, como ya hiciera en su primera encíclica (a cuatro manos con Benedicto XVI) nos ha urgido a que reafirmemos los valores cristianos en nuestras vidas. En este sentido, el Papa ha expresado su especial preocupación por el secularismo, así como por lacras tales como el narcotráfico, la pobreza, y el aborto provocado, entre otras formas de violencia.

La bonhomía del papa Bergoglio, que ya al inicio de su pontificado recogió el nombre de San Francisco para inspirarse en su pobreza y afán evangelizador, y como el santo de Asís trabajar en la reconstrucción de la Iglesia, le ha conseguido una gran cercanía con la gente, y parece que su esfuerzo por conseguir lo que él mismo ha llamado revolución de la ternura, hará mucho bien a la Iglesia.

*Párroco de Valldemosa y capellán de la Policlínica Miramar