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Mirando al cielo, como siempre

Sea o no cierto que África empieza en los Pirineos (los que nos separan de Francia y los cantábricos), el mal de la sequía ha sido una constante en España, hasta que el turismo lo convirtió en bien. Esos cielos azules sin mácula de nubes, un día tras otro, un mes tras otro, eran azote del agricultor, y la "pertinaz sequía" un tópico nacional, que el desarrollo tradujo en "altas presiones". Sobre ese sustrato antropológico se manifiesta ahora, en una economía financiera, la sequía crediticia, igual de pertinaz. Empresarios y población en general miran al cielo, oteando alguna nube solitaria (los depósitos bancarios han crecido), y poniendo su esperanza en ella, entre rogativas de manifestantes. La pertinaz sequía rompía aguas de pronto, y ninguna duró eternamente. No pasará mucho hasta que el cielo se encapote y empiece a soltar algo de agua, como siempre ha sido. Pero hay que llegar.

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