Uno de los mejores libros que he leído sobre los entresijos humanos de la escritura y la relación entre dos escritores, es el de Paul Theroux sobre los años que fue secretario y amigo de V.S. Naipaul. Es un libro magnífico donde el paso de la admiración al recelo y a la decepción e indignación está contado con la precisión del entomólogo, la sabiduría del filósofo y la ferocidad del guerrero. En él se narran los dones y las miserias de Vidia Naipaul desde el inmejorable observatorio de la cocina de casa. Y las miserias y ofensas acaban destruyendo la amistad entre Theroux y el escritor angloindio, que es -él y su literatura- el objeto del libro, sin poder defenderse y eso es injusto. Pero también hay que pensar que Theroux escribió La sombra de Naipaul, precisamente para defenderse de la sombra de esos años que dedicó a su amigo: cuestiones de supervivencia supongo ante los afectos traicionados, una forma de exorcizar el dolor. A partir de entonces un Naipaul herido y su biógrafo ofendido dejaron de hablarse. Se juraron "odio eterno" y los insultos abundaron de un lado y otro. Fue en 1996: Theroux tenía 55 años y Naipaul 64. Y así desde entonces.

También dejaron de hablarse otro escritor angloindio -Salman Rushdie- y el británico John Le Carré a raíz de unas declaraciones de éste en las que tildaba a Rushdie de arrogante y en el fondo de estúpido por haber jugado con el fuego sagrado del islamismo en Versos Satánicos. Durante todo el tiempo que la vida de Rushdie peligró seriamente y tuvo que esconderse aquí y allá, protegido por los servicios secretos de La Corona, el silencio tenía su lógica y más aún después de que un escritor libre opinara negativamente sobre un escritor condenado. Aún así cruzaron distintas cartas donde hicieron público su enfrentamiento. Le Carré „antiguo agente de los servicios de Inteligencia británicos (algo de eso tuvo que ver en su manera de interpretar el asunto)„ había hecho esas declaraciones después de que empezara a morir gente a manos de exaltados islamistas con el pretexto de Versos Satánicos detrás. Rushdie no pudo defenderse. Pero cuando los efectos de la fatua de Jomeini empezaron a diluirse y la vida de Rushdie a normalizarse, el silencio enemigo entre ellos fue su modo de relación.

Hasta ahora el punto de encuentro entre los cuatro escritores era éste. Es cierto que a Naipaul y a Rushdie, además de la sangre india que corre por sus venas, les une una devoción común por las mujeres guapísimas, preferiblemente modelos y actrices de su zona geográfica de origen, pero poco más. Los puntos de vista desde donde tratan los asuntos indios son diferentes „y a veces opuestos„ y respecto a Le Carré y Theroux, lo mismo. El primero es conocido por sus novelas de espionaje; el segundo por su literatura viajera, impecables unas y otra. Pero después de tantos años de enemistad surgida de la amistad unos y otros han hecho las paces. Primero fueron Naipaul y Theroux en el festival Hay del pasado año, donde antes de darse la mano, ambos se dijeron a la vez "Te he echado de menos". Hace pocos días, en otro festival literario, Rushdie manifestó su pesar por la enemistad y alabó la obra de Le Carré. "Me habría gustado que no lo hubiéramos hecho". Inmediatamente The Times llamó a Le Carré para preguntarle y éste dijo que admiraba a Rushdie "por su trabajo y su coraje" y que lamentaba la disputa. "De encontrarme con él mañana, le daría la mano calurosamente a un brillante colega", remató.

Desde el estallido de ambas peleas ha pasado quince años. ¿Y para qué? ¿Para insultarse durante esos quince años y echarse en falta luego y acabar dándose la mano después de ese viaje que en nada ha ennoblecido a ninguna de las partes? Ya nadie es joven: Theroux tiene 70. Naipaul está a punto de 80. Le Carré los sobrepasa. Rushdie tiene 65, la edad de jubilarse -todavía- en España. ¿Y todas las energías malgastadas en la pelea? ¿Y lo que se han perdido unos de otros durante este tiempo? ¿Y las cicatrices que ya no han de desaparecer? ¿Cómo hubieran sido esos años para los cuatro, de saber que el otro era una casa amiga y no territorio comanche? Y sobre todo: el enfrentamiento, ¿les ha hecho mejores? Y sus libros, ¿han sido también mejores de lo que hubieran sido, si ese enfrentamiento no hubiera ocurrido nunca?.