La diputada del PSC Carme Chacón, candidata derrotada por Rubalcaba por apenas 22 votos en el Congreso socialista de Sevilla del pasado febrero, se había mantenido en silencio hasta ahora, aguardando seguramente una nueva oportunidad de liderar el PSOE, pero las circunstancias catalanas y, sobre todo, el desencuentro entre Rubalcaba y el líder del PSC, Pere Navarro, en relación al programa del PSC que incluye el derecho a decidir y el federalismo dual, la han obligado a salir a los medios a expresar su posición y a manifestar su presencia activa.

Chacón ha estructurado su discurso con atinado orden: ha restado importancia al "derecho a decidir", concepto que habría sido manipulado por los nacionalistas, se ha reafirmado en la línea federalista de Navarro (sin entrar en ciertas particularidades que ayer mismo señalaba Francesc de Carreras y que resultan sorprendentes) y ha denunciado „ya era hora de que alguien lo hiciera„ "la fábula de Artur Mas", esa arcadia feliz e imaginaria en que "Cataluña es como el principado de Mónaco": pretende estar en la OTAN pero sin contar con un ejército ni con n presupuesto de Defensa ; asegura que seguirá en Europa con independencia de lo que diga el Tratado de la Unión Europea; será posible disponer de dos y hasta de tres pasaportes y por tanto no habrá enemistades ni tensiones entre los catalanes ni entre éstos y los ciudadanos del resto de España, de los que se aquéllos despiden con toda naturalidad tras unos cientos de años de convivencia sólo porque en dos horas Mariano Rajoy y Artur Mas no se pusieron de acuerdo. Y denuncia lo que, en contraste con este idílico dibujo, sucede en la "Cataluña real", en la que el paro ha alcanzado cotas insoportables, las empresas sienten y padecen la desconfianza general, los niños pagan por llevar un tuper en un contexto de beneficios fiscales para los más ricos; la sede de CiU está embargada por sospechas de financiación ilegal del partido con dinero procedente del latrocinio del Palau de la Música; el secretario general de Convergència está acusado de enriquecerse amañando concesiones de ITV; las listas de espera se multiplican y los profesores interinos se van al paro.

Alguien tenía que decir desde el centro-izquierda que la irrupción soberanista de Mas es una mixtificación encaminada a ocultar la mala gestión y las corruptelas, por el procedimiento de buscar un enemigo exterior, un cabeza de turco, España. El tono desabrido con que se ha comportado el Estado con relación a Cataluña no justifica la propuesta pequeñoburguesa de la secesión, con la que la familia Pujol y el masover Artur Mas tratan de embaucar a la sociedad catalana.

Lo extraño es que este mensaje nítido no se haya pronunciado antes desde las tribunas del PSC, en Cataluña, y desde las del PSOE, en Madrid. Porque, claramente, el "problema catalán" no se desenmarañará hasta que no se haya conseguido poner en evidencia al nacionalismo que ha utilizado su proverbial victimismo „a veces justificado pero absolutamente injustificado en muchas ocasiones„ para lanzar al pueblo catalán en pos de una ilusión irreal, con la que tapar pequeñas ambiciones de sacristía y una voracidad indecente en ciertas zonas de las elites catalanas que han ostentado el poder real en las últimas décadas.