"Hay ideologías que colocan al individuo al servicio de una idea abstracta, sea ésta la clase en el marxismo, sea la raza en el nazismo o sea el nacionalismo al servicio de la nación absoluta". La frase, que es del ministro de Exteriores García Margallo, ha irritado sobremanera a los nacionalistas catalanes.

Las comparaciones suelen ser odiosas y, en efecto, no procede comparar marxismo, nacionalsocialismo y nacionalismo a secas. Pero es irremediablemente cierto que el nacionalismo hace primar los supuestos derechos colectivos de los pueblos sobre los individuales de las personas.

La palabra nacionalismo es, sin embargo, polisémica puesto que cohabita con muchas significaciones. Y aunque sería absurdo negar la existencia de un nacionalismo democrático, capaz de compatibilizar los derechos individuales con los colectivos, también resultaría peligroso ignorar el riesgo de decaer en fórmulas extremas en que, con el pretexto sublime de la nación, se ignorara que la democracia política se basa en la colocación del hombre en el centro del universo.