Contemplada en términos de comportamiento político y si exceptuamos Cataluña, el País Vasco y Sevilla, Balears no es hoy diferente al resto de España. El grueso de los resultados electorales del domingo es reproducible a escala en las islas, con una mayor incidencia en lo que afecta al bipartidismo, pero debe tener necesariamente, una lectura propia.

En Balears ha perdido el PSOE como en pocos sitios. La debacle socialista ha sido tal que ha permitido al PP, incrementando 8.000 votos, recuperar viejas posiciones del año 2000 y volver a coger la delantera y la primera posición del panorama político balear. Se mire por donde se mire. En Mallorca, la victoria sólo se le ha resistido y ha sido de forma anecdótica, en Capdepera, municipio en el que le han faltado 8 votos contados. Pero todo esto ha pasado, antes que cualquier otra cosa, porque el PSOE ha dilapidado nada menos que 83.000 votos, lo cual, en conjunto, significa que ahora PP y UPyD superan en 51.310 sufragios a la suma del PSOE, la coalición encabezada por el PSM, Esquerra Unida y Esquerra Republicana. La izquierda ha perdido el 11% de los votos que cosechó en las Generales de 2008.

Es una lectura que debe saber hacer el PP en beneficio propio y de la Comunidad a la que sirve, a la hora de calibrar el verdadero contenido de su incuestionable éxito electoral. Los conservadores pueden decir con acierto que las políticas económicas y de recortes sociales no reconocidos aplicados por el Govern Bauzá no han causado mella sobre la confianza del electorado, pero deben saber entender también que a las elecciones las han perdido sobre todo los otros, una izquierda que cae en el precipicio arrastrada por el PSOE, pese a la ligera recomposición del PSM y de Esquerra Unida. La atomización del voto de izquierdas merma sin remedio sus propias fuerzas. Es un mal endémico de estas formaciones que esta vez ha dejado sin representantes en el Congreso a 57.643 ciudadanos de Balears. El PSM reacciona señalando que se compromete a romper el bipartidismo. Para ello no tiene por aliada a la Ley Electoral. Deberá saber recuperar también el voto urbano si quiere hacer avanzar de una vez por todas una promesa que siempre se estanca en los mismos sitios. Miquel Ramis, el cabeza de lista del PP, en sus primeras declaraciones tras la victoria, con el peso de la responsablidad sobre la espalda, hace una llamada a la cautela y al trabajo. Está en condiciones también de afirmar que su partido ha consolidado el voto. A Pablo Martín del PSOE no le queda otra alternativa más que admitir que le han abandonado sus propios electores mientras, por contra, el votante conservador, como casi siempre, se muestra mucho más fiel y disciplinado. A los socialistas no les queda más remedio que reincidir sobre una reconversión, todavía no visible, a la que ya les abocó el resultado de las Autonómicas.