El Gobierno sigue sin pronunciarse sobre el emplazamiento del futuro almacén centralizado de residuos nucleares. Tras las vacilaciones suscitadas por los intereses concretos de los distintos barones regionales, que en puertas de las elecciones autonómicas de mayo no quieren ni oír hablar del asunto, ganan peso quienes proponen que la decisión se aplace a la próxima legislatura.

Sucede sin embargo –lo acaba de recordar la prensa de Cataluña– que por cada día que los residuos nucleares generados por la central Vandellós I continúan almacenados en Francia, el Estado español debe abonar una penalización cercana a los 59.000 euros. Es decir, que cuando se celebren las generales el débito español habrá pasado de los 25 millones de euros.

En la toma de decisiones políticas, la prudencia es un valor. Pero cuando las precauciones sensatas empiezan a traslucir cierta incapacidad para asumir la responsabilidad de las propias decisiones, la democracia padece. Porque las vacilaciones son el mayor exponente de la debilidad.