Lo bueno de estos días extraños a la espera de que cristalicen los pactos de gobierno es que, a falta de noticias consistentes y no interesadas, te puedes entretener con la jurisprudencia que en este ámbito no es excesivamente extensa pero sí reciente y contundente.

Además, se da la circunstancia de que esta obra -El pacto- que el gran público ya vio en su día, está interpretada por los mismos personajes desde hace más de ocho años. Esperemos que no bata el récord de La ratonera, la obra de Ágata Christie que se representa desde hace 33 años ininterrumpidos en el teatro de Saint Martin´s, en el West End de Londres. El público balear, mucho más reposado, no aguantaría tanto suspense durante tanto tiempo.

La estadística de pactos para el Govern también es contundente. Tanto como la realidad contable de que en la única ocasión que Munar ha tenido la posibilidad de arrebatarle el Govern a Matas y dárselo a Antich, lo ha hecho sin pestañear.

Hace cuatro años el pacto PP-UM fue el de la supervivencia. Munar, desde la extrema debilidad, pactaba con un Matas alzado en los tacones plataforma de la mayoría absoluta. Dijeron entonces que, aparte de asegurarse la presidencia del Consell, lo hacía por el Ayuntamiento de Calvià. Y mira como acabó la cosa.

Otro de los argumentos que barajan estos días los cronistas despistados y anoréxicos en noticias es que la presencia del PSOE en el Gobierno del Estado será un elemento absolutamente decisivo para engendrar pacto con UM. Habría que recordarles -y ya sé que ocho años es una eternidad en los tiempos que corren- que en 1999 Munar dejó que Matas se fuera a Madrid y, tras entrevistarse con el inquilino de La Moncloa, que era un tal Aznar, volvió con un cheque de 100.000 millones de pesetas del siglo pasado para invertirlo exactamente allí donde la jefa de UM pusiera el dedo. Los titulares de aquel día fueron calientes porque no cabían tantos ceros en una línea. Pero los del día siguiente aún lo fueron más porque Munar hacía un avioncito de papel con el cheque, lo tiraba por la ventana y se iba con los chicos de la izquierda que no tenían ni un duro pero eran muy divertidos con sus simpáticas ocurrencias programáticas y su desternillante insistencia por cambiar el mundo. Así que lo de tener el Gobierno de Madrid, al menos hasta ahora, no ha resultado.

La estadística también indica otro dato: cada vez que el PP ha ido a por UM con la cimitarra afilada y ganas de hacerse con la cabellera de sus dirigentes, en especial la de su presidenta, ha acabado mal, magullado y de patitas en la calle.

En la legislatura de 1991 Cañellas acabó harto de Munar y en el tramo final inclinó el pulgar hacia abajo y el BOIB se apresuró a publicar una reforma de la ley electoral por la que se pasaba del 3 al 5% como cifra mínima para obtener representación parlamentaria. En la campaña de 1995 el PP le sacó a UM el doberman. Pero el perrito no funcionó. Cañellas obtuvo su primera mayoría absoluta en solitario en el Parlament pero se quedó a las puertas en el Consell de Mallorca. Y UM, con un 5,4%, la reina del mambo. Cañellas falló por unas décimas, las suficientes para recibir un correctivo de Munar, que ya empezó a pactar un Gobierno del Consell de Mallorca con los chicos de la izquierda, con el agravante que en aquellos años no eran como los de ahora sino más bien levantiscos.

Don Gabriel, por su parte, debió recibir el mal de ojo porque unos meses después de formar un sólido gobierno era expulsado del Consolat por aquel tal Aznar. La culpa, unos millones de comisiones perdidos por aquí y por allá en la oscuridad del túnel de Soller. En realidad, ni eso: había talones de 500.000 pesetas, que debe ser lo que Hidalgo gastaba hasta hace poco tiempo en papel de water en el Ayuntamiento de Andratx y empresas anexas.

La estadística indica pues, que cada vez que UM y PP tienen la oportunidad de tirarse de los pelos, lo hacen y a gusto. Lo cual no significa absolutamente nada de cara al hipotético pacto de debe gestarse definitivamente esta semana. También hacía muchos años que el Español siempre perdía en el Nou Camp y le birló la Liga al Barça en el minuto 89.

Pero es un dato.

(*) Periodista