A diferencia de mi amigo Miguel Dalmau, no le doy ninguna importancia a los signos zodiacales. Yo soy Leo, igual que Miguel, es decir, que los dos pertenecemos al signo de fuego que se asigna a los que hemos nacido en pleno verano, cosa que según los astrólogos debería hacernos creativos, arrogantes, con capacidad de liderazgo, generosos y amantes de la ostentación. Yo reúno, desde luego, todos estos rasgos (escribo esto en una mansión de Beverly Hills que perteneció a Errol Flynn, mientras un solícito filipino postrado a cuatro patas sostiene el ordenador sobre su espalda), pero ignoro por qué razones tengo que compartir carácter y temperamento con Miguel Dalmau, por ejemplo, o con quinientos ochenta millones de personas más (¿y con cuántos miles de millones de personas muertas?), sólo porque tuvieron la feliz ocurrencia de nacer entre el 22 de julio y el 22 de agosto, lo mismo en Montuïri que en Mongolia o en el desierto del Kalahari. El mismo día que yo nacieron, aunque en diferentes años, Fernando Arrabal, Juan Bonilla, Virna Lisi y alguien más que no recuerdo, sólo por citar a las personas que salen en los periódicos. No consigo imaginarme a personas más diferentes.

A mí, más que los signos zodiacales, me fascinan los que redactan los horóscopos en los periódicos y en las revistas. ¿Quiénes son y cómo los hacen? ¿Son escritores que alguna vez soñaron con escribir una gran novela y acabaron redactando promesas de trabajo y recompensas ficticias de amor? ¿Son becarios a los que se les asigna el trabajo que nadie más quiere hacer? ¿O son profesionales de la astrología que tienen consultorios repletos de velas rojas y de sahumerios de incienso? Lo ignoro. Pero a veces pasan cosas curiosas. Hace tiempo, por ejemplo, cogí el horóscopo de "El Semanal TV" y miré el signo Leo. En el apartado "Salud" decía lo siguiente: "Las jaquecas se irán si dejas salir la tensión emocional". ¡Mecachis en la mar!, blasfemé: en aquel momento acababa de sufrir un largo periodo de migrañas. Durante tres semanas, un hurón voraz se había empeñado en excavar galerías detrás de mi ojo derecho. A veces creía sentir que esas galerías llegaban hasta el mismo centro de la tierra, o incluso hasta el mismo centro del infierno. Contra la migraña hay pocas cosas que hacer, salvo tomarse un producto misterioso que se llama rizatriptán, meterse en la cama, cerrar las persianas y aprender a convivir con el hurón hasta que éste se tome un descanso y desaparezca de tu vida. No sé si la migraña tendrá que ver con la tensión emocional, pero debo reconocer que aquel horóscopo había coincidido -por una vez- con lo que me había pasado. Por supuesto que no creo que vuelva a ocurrir.

Lo que sí sé es que los Leo hemos dado al mundo personajes bastante repulsivos. Mussolini era Leo, si no me equivoco, y acabó colgado de un gancho de carnicero en una plaza de Milán. Y otro Leo insigne era Ed Gein, cierto granjero de Wisconsin que solía fotografiarse con la barba crecida y una gorra de cazar ciervos y una mirada de un azul extraviado que parecía haber frecuentado el más allá. Ed Gein, que nació el 8 de agosto de 1906, es uno de los Leos más famosos que conozco. Aunque durante la mayor parte de su vida pasó desapercibo para casi todo el mundo, incluyendo a sus vecinos de granja, este sujeto inspiró los personajes de Norman Bates en "Psicosis", al igual que el abrupto "Leatherface" de "La matanza de Texas" y el asesino en serie Buffalo Bill de "El silencio de los corderos". Y es que al bueno de Ed Gein, que vivía solo en una granja ruinosa de Wisconsin y soñaba con tener un cuerpo de mujer, le dio por desenterrar cadáveres para fabricarse un traje de piel femenina. Pero como aquello no dio el resultado apetecido (y nunca mejor dicho, porque Ed también era caníbal), un día le dio por probar con piel por así decir más fresca, así que tuvo que ponerse manos a la obra con la dueña de una ferretería y con la empleada de un restaurante. Ed Gein murió en 1984, después de haber pasado casi treinta años recluido en un psiquiátrico. Una de las documentadísimas páginas web que le están dedicadas había recibido ya, cuando yo entré en ella, 1.683.148 visitas. No creo que las páginas web del PSOE y del PP reciban tantas visitas ni siquiera en los próximos cien años. Y hoy mismo, por cierto, mi horóscopo me recuerda que me hace falta un nuevo chaleco de piel. Allá voy.