Al menos para los máximos responsables políticos, las "lagunas legales" deberían tener el límite del pudor. Que quienes hacen las leyes alardeen de aprovechar los "agujeros" que ellos mismos dejan, por acción u omisión, para burlarlas, es, además de una pésima pedagogía política, una impudicia. Pero, ni eso, pudor está demostrando tener el ex presidente Aznar en el caso de los papeles del CNI sobre el 11-M.

Tras negarse a confirmar, desmentir o matizar si esos documentos obran efectivamente en su poder, como cabe deducir de la entrevista que concedió la semana pasada a una emisora de radio colombiana, el ex presidente popular ha hecho saber por un "propio" que su antecesor socialista, el ex presidente González, tampoco le dejó a él documento secreto alguno cuando abandonó La Moncloa.

¿Qué ha querido decir Aznar? ¿Insinúa que González también se llevó documentos? Si le consta, que lo diga con claridad. Y si no le consta, que no siembre insidias. Que Felipe González no le dejase ningún papel secreto no quiere decir que se los llevase a su casa, que es lo que muchos le estamos afeando a él. Entre otros, algunos dirigentes populares que en privado no ocultan su desolación por la delirante deriva del todavía presidente del PP "de Rajoy".

Aunque González también se hubiera llevado "papeles", cosa que ni Aznar aclara ni yo sé, ni como justificación ni como excusa se tiene de pie semejante "argumento". En lugar de un error tendríamos dos. ¿Tan ciego está Aznar que no lo ve? ¿Tan sólo que nadie se lo dice?

El Código Penal, que castiga con entre uno y cuatro años de cárcel la "sustracción" (artículo 413) por una autoridad pública de documentos cuya custodia le esté encomendada por razón de su cargo, y con entre seis meses y tres años de prisión (artículo 600 apartado segundo) que estos o una simple fotocopia de los mismos obren en su poder tras abandonar el cargo, no aclara expresamente si, en el caso de los ex presidentes del Gobierno, este tipo de papeles oficiales pueden ser considerados también "personales".

Esta es "la laguna". Al legislador, posiblemente, ni siquiera se le ha pasado por la cabeza que alguien que ha sido presidente del Gobierno tuviera la poca cabeza de llevarse unos papeles secretos a casa y la falta de pudor de alardear de ello en la prensa. Pero, a la vista está que sí. Habrá que reformar el Código. Y deprisa: lo próximo que se le puede ocurrir a Aznar es publicarlos en alguno de los dos libros que ya tiene contratados.