Las paredes de las calles de Palma también hablan sobre la Semana Santa. Son varios los lugares que nos ofrecen un recorrido artístico y también religioso de la pasión de Jesucristo. Explica Bartolomé Bestard, cronista de la ciudad, en el libro Guía de capillitas de las calles de Palma que el origen de estos pequeños templos se remonta a la época del Concilio de Trento, "momento en que el imaginario religioso toma un fuerte empuje como respuesta a los protestantes iconoclastas. Desde el siglo XVI, los papas exhortaron a los fieles a la veneración espontánea de los santos más populares". La gran mayoría de las capillas de Palma fueron creadas por los ciudadanos que abrían estos espacios en forma de hornacinas sobre las puertas o en el lienzo de las casas.

Cada una de estas capillas tiene su historia, como la del Ecce Homo. Bestard nos remite a la crónica de un monje carmelita para conocer el origen de esta capilla, la última que permaneció iluminada con una lámpara por las noches, debido a la gran devoción que los vecinos le tenían. Dice la leyenda que a principios del siglo XVII, una terciaria carmelita era de camino para visitar la iglesia del Carmen, como hacía cada día. Pero repentinamente, en la actual calle del Ecce Homo, se le apareció el demonio quien le cierra el paso. Fue entonces cuando la carmelitana Joana Borrás Noguera pidió la intercesión de Jesucristo. "No tardó en escuchar una voz que le decía 'Pasa hija mía, no temas: siempre te acompañaré'. Miró al cielo y vio a Jesús al paso de la flagelación. Juana quedó liberada y fue al confesor quien tuvo la iniciativa de construir esta capilla.

Otra capilla se encuentra en la pared poniente de la iglesia de Santa Eulalia, data del siglo XIV y aparece Jesús crucificado con la Virgen y San Juan. Abajo hay una inscripción que dice: Este carnero es de Ramon Pellicer. Otra cerámica está en la calle de San Pedro Nolasco, en el que se ve a Jesús llevando la cruz frontalmente.

La capilla de la Pasión en que Jesús consuela a las Hijas de Jerusalén es una de las dos estaciones de las que antiguamente constituían el antiguo y solemne Vía Crucis de Palma, está ubicada en la intersección de las calles de Montesión y de Can Dusai.

La otra es la que se encuentra en la calle de la Pureza e ilustra la escena de Verónica. Está situada en Can Salas, en el cruce de las calles de la Pureza, de Morey y de la Portella. No hay que olvidar el bello relieve del portal del Mirador de la Sede, una obra también digna de contemplar.