Una italiana apasionadamente divertida: Ducati Scrambler Urban Motard

Ducati redescubre el estilo clásico con variaciones al gusto

Ducati Scrambler Urban Motard.

Ducati Scrambler Urban Motard. / Rafa Vaquer

Rafa Vaquer

Acabo de tener una regresión. Confieso que desde que anunciaron el proyecto de relanzamiento, allá por el 2015, siempre me llamó la atención la nueva Ducati Scrambler.

La mítica Ducati Scrambler 350 del 1972 fue mi primera moto «de 4 tiempos», y eso te marca para siempre. Aquellas Ducati fabricadas en Mototrans/Barcelona, que arrasaban en las 24 Horas de Montjuic, con sus monocilíndricos de 250 y 350 cc, que compartían potentes pistonadas en las Road y en las Scrambler me tenían el corazón robado. Tampoco había gran cosa más, si no podías pagarte una BMW o una italiana de importación. Claro, estaba la Sanglas, pero esa era moto de guardiaciviles y gente mayor. Mis primeros viajes a Andorra, para comprar el primer casco que aún no era obligatorio, fueron en esa preciosa máquina, cargada de mochilas hasta arriba.

Y de repente Ducati, en plena vorágine retro, recupera ese precioso depósito en forma de lágrima, aunque sin cromados laterales, le mete un Desmo de 803 cc y saca a la calle una colección de nuevas Scramblers en diferente colores y habilidades. ¡Esto hay que probarlo!

Me subo encima y recupero sensaciones de juventud, aunque la original me parecía más alta. Al menos arranca con el contacto, no a patada como aquellas… ¡Y qué bien suena el motor! El L-Twin de distribución desmodrómica, desde siempre exclusivo de Ducati, que no sé muy bien por qué, pero me cuentan que no tiene perdidas de potencia, saca hasta 73 CV que se van apelotonando debajo el asiento.

Es una moto sin tonterías: nada de mapas de potencia ni controles de tracción: electrónica, la justa. El marcador, digital aunque de forma circular y carácter deportivo, recuerda a la vieja escuela. La máquina es un conjunto de detalles muy cuidados: el acabado marrón del asiento, el faro de inspiración café-racer, esa inscripción «Born free-1962» sobre el tapón de gasolina, la combinación de metales, acero y aluminio en los escapes… Con unas llantas de radios que montan esos rabiosos Pirelli Diablo Rosso y el parafango delantero elevado, el estilo supermotard es absolutamente evocador. Te pide a gritos un casco de estilo clásico con gafas por encima y barbour encerado para ir a tono. Todo vuelve.

Pero nada como el pilotaje, eso sí que son sensaciones. El manillar es ancho, muy ancho y bajo. Tanto, que te invita a conducir con chulería, con los brazos abiertos y hasta sacando pierna en las curvas. Y con una inevitable cara de satisfacción, por el puro placer de pilotar.

Es una moto que no pasa desapercibida, bien acabada, con bonitos colores, esa combinación de blanco y Rojo Ducati GP19. Aparcada, levanta comentarios en cualquier terraza de bar, pero en curvas de montaña, mejor reviradas, es un festival de diversión.

La denominación Urban Motard, con su decoración estilo graffiti, apuesta por una moto ágil para la ciudad, aunque añadiendo algo de taco en sus gomas me consta que va bien por pistas de tierra, justificando el apellido Scrambler. Hay otras combinaciones de motor y acabados en la gama de la casa, que te ponen difícil la elección, presentando una opción «para mayores» con motor 1100 cc y ofreciendo esta versión para el A2.

En fin, que mejor probarla y convencerse. Para mí ha sido un placer regresar a la Scrambler de mis (primeros) amores.

Para detalles técnicos más serios, en la web: https://scramblerducati.com/es

Ironmotard, la distancia más corta entre dos puntos

Algo hemos comentado a veces, pero de esta no pasa. Aprovechando las fiestas de Sant Sebastía, Mediamilla SportClub presenta una nueva edición, la novena, del IronMotard, una prueba siempre presente en el calendario balear de Mototurismo.

Se trata de una prueba motera de navegación y de habilidad en la orientación. Gana quien realiza el recorrido establecido, en las etapas de control marcadas, realizando el menor número de kilómetros.

La fórmula, un invento original del motoclub Mediamilla, ya tiene adaptaciones en otras comunidades.

Todo vale: mapas, GPS, navegadores, el comodín del cuñado… Los participantes reciben un pasaporte donde fichar en los 6 controles de paso obligado que tiene la prueba. En cada control presentan las pruebas fotográficas de que han pasado por el itinerario marcado, que no se descubre hasta que no has fichado en el punto de control. Allí se comprueba el kilometraje y se descubre la nueva etapa. Un total aproximado de 500 km para realizar durante un día que, tradicionalmente, suele ser lluvioso.

Ironmotard, la distancia más corta entre dos puntos

Ironmotard, la distancia más corta entre dos puntos. / Rafa Vaquer

El recorrido nunca deja a nadie indiferente. Es una forma mágica de hacer mototurismo en una isla donde aún descubrimos rincones por los que jamás habíamos pasado. Parece que pasan muchas más horas, aunque el espíritu de equipo está toda la ruta en marcha.

¿Aceptas el reto?

Cualquier moto vale, hay categoría masculina, femenina, copilotos y hasta categoría Moto Eléctrica.Será el próximo 21 de enero, con salida a las 6:00 AM (sí, de la mañana) de los boxes de Suzuki Tecnicars, en Son Castelló, y fin de fiesta en Los Últimos Mohicanos, por la tarde, tarde.

Más información en www.mediamilla.org, en Facebook: mediamilla.sport