En ocasiones la información -y la opinión- llega de las propias vivencias del que aquí escribe. El motivo de tal comentario no es otro que hacerle una pregunta, querido lector: ¿cuándo revisó por última vez el estado de sus neumáticos? Alguno de ustedes los habrá cambiado recientemente. Es probable que incluso recuerde cuándo los reemplazó por última vez. Pero seguro que hay muchos que ni sabemos en qué estado real se encuentra esa parte de nuestro vehículo.

Esta semana, un inoportuno reventón de un neumático no solo me provocó uno de los mayores sustos de mi vida -circulaba por la autopista a una velocidad considerable-, sino que también sirvió para hcer un importante agujero en mi cuenta corriente. El motivo real del desaguisado fue el lamentable estado en el que se encontraban mis neumáticos delanteros.

Más allá de que nos los inflen cuando vamos a pasar una revisión, no es muy habitual -tal y como me comentaron en el taller al que tuve que llevar mi coche- que la gente repare en el estado de sus gomas. Y las consecuencias pueden llegar a ser trágicas.

La mayoría de talleres especializados en neumáticos de la isla -al menos aquellos con los que he podido contactar- no le cobrarán ni un céntimo si usted se acerca a que le revisen la presión de las gomas, algo que por otro lado podemos hacer nosotros mismos en cualquier gasolinera. Pero es que además, en el taller, nos informarán de si la goma está en buen estado o si necesita ser reemplazada. Y todo ello de forma amable y gratuita.

Y no, este artículo de hoy no es un publirreportaje del gremio de vendedores de neumáticos, sino un anuncio publicitario para que su vida no se pierda por una goma gastada.