Victorino Martínez es el director de Desarrollo y Comunicación de SIGFITO Agroenvases, la entidad que trabaja para recoger y reciclar los envases fitosanitarios utilizados en la agricultura.

—¿Qué es SIGFITO?

—Es una entidad sin ánimo de lucro, creada para ofrecer al agricultor un servicio útil de recogida de envases vacíos fitosanitarios, que posibilite la conservación del medio ambiente y el desarrollo sostenible de nuestra agricultura.

—¿Cómo nació?

—SIGFITO Agroenvases nace como iniciativa de los fabricantes y envasadores de productos fitosanitarios que, al igual que los comerciantes de dichos productos, quedan obligados por el desarrollo de la Ley 11/97 y el Real Decreto 1416/2001, a establecer un Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR), por el cual debían cobrar a sus clientes, hasta el consumidor final, una cantidad por cada envase vendido, aceptar el retorno de éstos una vez consumidos y devolver esa cantidad, o eximirse de lo anterior, participando en un Sistema Integrado de Gestión (SIG) como es SIGFITO.

—¿El porcentaje de reciclaje de envases varía según la comunidad autónoma?

—Efectivamente. Los ratios de recogida varían en función de cada comunidad autónoma por motivos diversos. En concreto, Balears no es una región especialmente agrícola, la mayoría de la población se dedica al sector servicios, con lo que no existe una profesión agrícola extendida como en otras comunidades autónomas. No obstante, en Balears necesitamos intensificar las acciones de comunicación para poder concienciar al agricultor sobre la importancia de llevar los envases vacíos al punto de recogida, especialmente en las zonas agrícolas de sa Pobla para la producción intensiva de patata y el resto de zonas agrícolas de las islas. Actualmente existen 19 puntos de recogida en las Illes Balears. Estamos realizando acciones de comunicación para ampliar la cobertura de puntos existentes, especialmente en la isla de Mallorca.

—¿Qué volumen se recoge en Balears?

—Prácticamente los datos de recogida no han variado mucho a lo largo de los años. Fueron 29.866 kilos en 2005, 28.232 en 2006, 23.595 en 2007, 26.232 en 2008, 16.951 en 2009 y 18.232 en 2010. En 2011 se han recogido 21.000 kilos.

—¿Tienen pensado en ampliar el servicio que prestan actualmente?

—Es uno de nuestros objetivos para este año, fundamentalmente porque creemos necesario dar solución a una demanda que en los últimos años se ha hecho más incipiente en el sector agrícola. Los agricultores piden una gestión global de todos los residuos que se originan en las explotaciones agrícolas. Los envases vacíos de ?tosanitarios marcados con el logo son entregados en los puntos de SIGFITO, mientras que para poder gestionar los otros envases, los agricultores deben pagar a un gestor autorizado para que les dé un tratamiento ambiental adecuado, con lo que previamente los agricultores tienen que seleccionar qué envases llevan al punto de recogida y qué envases dejan almacenados en las ?ncas. La industria de otros insumos agrícolas ansía ofrecer una solución práctica a estos envases vacíos y facilitarle el trabajo al agricultor. Ahora, SIGFITO se encuentra en un escenario idóneo para llevar este proyecto adelante: las nuevas normas de agricultura y medio ambiente facilitarán la adhesión de nuevos envases. En este momento estamos trabajando para que las comunidades autónomas nos autoricen a recoger el resto de residuos agrícolas.

—¿Qué proceso sigue el residuo una vez el agricultor lo entrega en el punto SIGFITO de recogida?

—Cuando el punto de recogida tiene las bolsas llenas, nos solicitan las recogidas de los envases. En ese momento SIGFITO contacta con un gestor autorizado que se encarga de transportar los residuos a una planta de tratamiento. Allí se clasifican los envases según su propia composición, todo dentro de un entorno técnico protegido con todas las medidas de prevención necesarias. La mayoría de los envases de fitosanitarios están compuestos por plásticos que son triturados para poderlos lavar en profundidad. Después hay que asegurarse de que el residuo está totalmente descontaminado por lo que se realizan pruebas de ecotoxicidad. Una vez superadas, el plástico está en condiciones de regresar a la cadena productiva en forma de granzas, que acabarán convirtiéndose en nuevos productos, cuyas aplicaciones finales deberán tener acreditado un uso industrial.