Las mujeres en las residencias de Baleares, las grandes olvidadas de la sexualidad

El Centre Flassaders acogió este jueves la presentación del estudio ‘L’expressió sexual a les residències geriàtriques balears: el punt de vista d’elles’, realizado por la Associació Andiara con el apoyo del Institut Balear de la Dona

Una mujer mayor, de espaldas, mira hacia el mar.

Una mujer mayor, de espaldas, mira hacia el mar. / Freepik

Nair Cuéllar

Nair Cuéllar

«La sexualidad es de por sí un tabú, pero si le añadimos los conceptos persona mayor, mujer e incluso diversidad funcional o deterioro cognitivo, imaginad». Con esta pequeña pincelada los expertos Adrián Sánchez y Sònia Díaz dibujaron ayer una realidad «muy invisibilizada» pero muy importante.

Y es que, según explicaron el sexólogo y la socióloga, hay una generación de mujeres en Baleares que «antes del matrimonio no sabía nada de la sexualidad y que lo único que ha conocido sobre ello en su vida lo aprendió en su noche de bodas». Se trata sobre todo de aquellas con edades comprendidas entre los setenta y los noventa años. Así se pone de manifiesto en la investigación L’expressió sexual a les residències geriàtriques balears: el punt de vista d’elles, presentado este jueves en el Centre Flassaders y realizado por la Associació Andiara con el apoyo del Institut Balear de la Dona (IBDona).

Adrián Sánchez y Sònia Díaz, este jueves durante la presentación del estudio.

Adrián Sánchez y Sònia Díaz, este jueves durante la presentación del estudio. / N.C.B.

Este estudio, que se enmarca en el eje 8 del Pacto de Estado contra la violencia de género, ha sido elaborado este año mediante la organización de diferentes grupos focales en los que han participado 32 mujeres de cinco residencias de las islas (dos de Mallorca, dos de Eivissa y una de Menorca) de una media de 82 años. ¿De dónde nace? Después de años trabajando en residencias, Sánchez se dio cuenta de que la sexualidad siempre está de fondo en estos centros y que solo se aborda en situaciones conflictivas. «Sabiendo que somos seres sexuales, ¿por qué fingimos todos que el deseo desaparece para las personas mayores?», se preguntó el experto. Quiso profundizar en ello sobre todo teniendo en cuenta que el diseño de las residencias «está muy basado en la reducción de riesgos», con una arquitectura que sigue un patrón hospitalario «que en nada invita a la intimidad». ¿Y por qué en mujeres? Sánchez lo tuvo claro, en primer lugar, porque por cada usuario que vive en una residencia, lo hacen cuatro usuarias; y en segundo, porque «las posibilidades que ha tenido una mujer mayor para explorar la sexualidad no tienen nada que ver con las que ha tenido un hombre».

Fin al sexo en la viudedad

Los objetivos principales de la investigación eran claros: ver, ante la ausencia de educación sexual, qué opinan sobre ello las afectadas y conocer qué barreras se encuentran en las residencias. «En estas reuniones se puede apreciar a la perfección que son las grandes olvidadas de la sexualidad, de hecho lo primero que conocen sobre ello llega en la noche de bodas y le ponen fin cuando se quedan viudas», desgranó Díaz.

Los principales resultados que se extraen del estudio destacan que la educación que recibieron sobre sexualidad se basó en la prohibición y la invisibilización de cualquier tipo de placer. «Una de ellas contó que descubrió lo que era la masturbación mientras veía una película francesa con su marido en el cine. Dijo que le preguntó qué estaba pasando y que él le respondió que ‘eso no le interesaba’», expuso Sánchez. El estudio pone también sobre la mesa que su falta de información sobre sexualidad «es brutal. Alguna de ellas dijo que pensaba que tendría un hijo cada vez que se acostara con su marido» y apunta que la mayoría oculta si está conociendo a un hombre por el ‘qué dirán’, pero sobre todo por el ‘qué dirán sus hijos’ -según Sánchez y Díez hubo usuarias que no pudieron participar en la investigación, a pesar de querer, porque sus hijos no lo veían bien-.

Otro de los resultados extraídos es que las necesidades sexuales no desaparecen en la vejez, que lo que desaparecen son las vías para poder canalizarlo.

Conductas sexuales inapropiadas

La investigación también se centra, gracias al análisis de encuestas a 28 gerocultoras -profesionales que cuidan a las personas mayores en las residencias- en las situaciones de conductas inapropiadas en el entorno de trabajo. Un hecho que fue detectado por Sánchez tras reunirse en diferentes ocasiones con las especialistas: «Algunas me contaron que uno de los usuarios se masturbaba cada vez que le duchaban». Sobre ello, se extrae que el 89,3% no ha tenido formación previa sobre la sexualidad en las personas mayores y que el 93% de las encuestadas ha vivido situaciones de este tipo.

«El mensaje que reciben las profesionales cuando esto sucede es que es lo normal y que su trabajo es tragar con ello, por eso hay muchas que antes de contarlo se sienten culpables y abandonan el trabajo», explicó Sánchez. En este sentido, la investigación concluye que es necesaria la formación previa para las gerocultoras, el establecimiento de protocolos en las residencias ante estas situaciones y, por parte de las residencias, dar respuesta a las necesidades afectivosexuales de los usuarios.

En cuanto a las principales mujeres objeto de la investigación, se concluye que en las residencias de Balears debe trabajarse la educación afectivosexual y crear un entorno que lo propicie para así «desmontar el mito de que a las mujeres mayores no les interesa este tema. Aunque al principio algunas fueran reacias a hablar en los grupos, finalmente hubo muchos momentos de afinidad, complicidad y diversión. Muchas dijeron que llevaban años sin hablar de ello, o incluso que no lo habían hecho nunca y nos preguntaron que cuándo volvíamos», apuntó el sexólogo, que junto a Díaz quiso destacar una frase que una de las participantes expresó al finalizar la reunión y que prueba el interés que la sexualidad despierta en ellas. «‘Si el paraíso existe, estoy segura de que es un orgasmo continuado con música de Beethoven de fondo’", parafrasearon.

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